EL VALOR DEL LIBRE JUEGO ESTÉTICO EN LA ERA DE LA PRODUCTIVIDAD
Francisco García ∙ 10 minutos de lectura
Introducción
En este ensayo explicaré por qué pienso que la teoría estética de Schiller podría ser la más coherente hoy en día. Lo haré por medio de su argumento del impulso lúdico que concilia la parte sensible y formal del ser humano, permitiéndonos ser libres y reconocer el valor intrínseco de la experiencia estética: alcanzar el placer a través del hacer, y no de un producto de ese hacer. De no ser preservado este valor, nos condenaríamos a nosotros mismos al utilitarismo contemporáneo que empuja cada una de nuestras acciones a buscar un bien posterior.
En la primera parte de este ensayo, mencionaré las principales tres corrientes de la filosofía estética contemporánea y en cuál de ellas encaja la teoría de Schiller. Para la segunda parte explicaré qué es la naturaleza humana para Schiller, su concepto de belleza y cómo ésta se manifiesta a través del impulso lúdico que permite la libertad del juego estético. Para la tercera parte, plantearé la relevancia del estado de “semblance” en el contexto social actual y por qué considero que es fundamental para el buen vivir hoy en día. Finalmente, ofreceré dos contraargumentos y aclararé sus debilidades.
¿Cuál es la teoría estética moderna con más coherencia?
Sandra Shapshay presenta un marco para entender las principales tendencias estéticas en la era moderna, las categoriza de acuerdo con la manera en que valoran al arte y a la experiencia estética. Las tres principales son:
(1) Por el libre juego de las facultades intelectuales que permite el compromiso estético.
(2) Por el valor cognitivo del compromiso estético.
(3) Por el valor de experimentar la emoción. [1]
Schiller encaja en la primera, pues de acuerdo con su teoría el libre juego estético es parte fundamental de la naturaleza humana. Desde mi perspectiva, su teoría es las más coherente, pues si hay libertad de juego estético, entonces es posible apreciar la naturaleza, disfrutar las experiencias cotidianas y crear arte. Por lo tanto, sin libertad de juego estético, no sería posible desarrollarnos como seres estéticos, ni desarrollar ninguna disciplina derivada.
De igual manera, para alcanzar un valor cognitivo o emocional a través de la experiencia estética, sería necesario primero, el libre juego estético. Pues sin la libertad física y moral necesarias, no podríamos dedicar tiempo a la contemplación de la naturaleza, jugar con ideas o formar un gusto personal.
Ahora bien, ¿qué representa el libre juego estético para Schiller? Condensando algunas de sus ideas principales, diría que representa la expresión de la naturaleza humana, produce la verdadera belleza y con ella nos lleva a alcanzar la libertad. Para ahondar en estas ideas, primero habría que hablar acerca de cómo define Schiller la naturaleza humana. Él sugiere que en su nivel de abstracción más alto ésta se divide en:
- “El yo”: se relaciona con la personalidad autónoma, la independencia y la “forma” (forma en el sentido platónico).
- “Atributos determinantes”: su condición se relaciona con el cuerpo, lo material y la dependencia.
Estos dos lados coexisten en el ser humano y deben buscar la armonía para que éste sea capaz de darle forma al mundo que está fuera de sí, y a la vez actuar en el mundo externo conforme a su interior. [2] De estas dos partes de la naturaleza humana emergen dos fuerzas o impulsos:
- El impulso de los sentidos: viene de la existencia física y efímera del cuerpo, sin personalidad, en busca de autopreservación. Dominada por los sentidos, la sociedad resultaría en barbarie sin ley.
- El impulso de la forma: contrasta con el impulso de los sentidos, es la personalidad constante a través del tiempo. Busca la verdad, lo eterno y la dignidad humana. La forma resulta en principios abstractos y coercitivos que niegan las necesidades fundamentales, provocando una resistencia interna constante.
Cuando el ser humano experimenta un balance entre ambos impulsos, se vuelve consciente de su libertad; de que es materia y mente. En ese momento despierta el impulso del juego. El juego es el resultado de que las pasiones y los sentimientos armonicen con las ideas de la razón. El equilibrio entre impulsos, nos da la libertad de elegir entre ambos, ya no somos esclavos de uno o de otro.
Con esta habilidad de ser libres emerge la sensación en el individuo de que hemos alcanzado nuestra naturaleza humana y con ello un sentimiento de destino completado.[3]
¿Pero qué tiene que ver todo esto con estética? A raíz de la dialéctica de los impulsos, nace el concepto de la belleza. Ya que el objetivo de los sentidos es vivir, “life”, y el fin de la forma es forma, “form”. El objetivo del juego es darle vida a la forma, “living form”. Para Schiller ésta “living form” es la belleza, pues aquello que es realmente bello, lo es moralmente y sensiblemente de manera equilibrada. A partir de aquí se podría establecer una correlación directa entre: juego, belleza, libertad y naturaleza humana. Para Schiller la experiencia estética de lo bello nos induce en el estado de equilibrio de impulsos que es el juego, éste impulso del juego nos permite a su vez ser libres, y ser libres es nuestra naturaleza humana, por ende, la contemplación de la belleza es la llave para ser realmente humanos. En palabras de Schiller:
“Man only plays when he is in the fullest sense of the word a “human being”, and he is only fully a human being when he plays”.
“El hombre juega solo cuando ha comprendido completamente el significado de la palabra “ser humano”, y solo es completamente un “ser humano” cuando juega”.[4]
Ahora queda la pregunta ¿Cuál es el valor intrínseco del libre juego estético? Schiller introduce la idea de que el juego no solamente se manifiesta en los seres humanos, sino también en el reino animal y hasta en el vegetal. Pues así como el león es capaz de jugar cuando se siente satisfecho, así un ser humano pleno desarrolla una especie de indiferencia a la realidad, a la que llama estado de “semblance”, el cual se sitúa entre la estupidez y la verdad. Una naturaleza que disfruta el estado de “semblance” no pretende hallar verdades, conocimiento o medios de subsistencia pues:
“is no longer taking pleasure in what it receives, but in what it does”
“deja de tomar placer de aquello que recibe y lo toma entonces de lo que se hace”.[5]
Este es el valor intrínseco del libre juego estético. De ahí emerge el cambio del simple movimiento en danza o los sonidos en música. El regocijo del hacer es el valor en sí mismo del juego estético y fue lo que nos volvió realmente humanos.
La relevancia actual de las ideas estéticas de Schiller
¿Por qué es relevante en la actualidad? La sociedad actual, como consecuencia del capitalismo y su impulso de acumulación de riqueza como fetiche de la libertad, ha hecho que esa riqueza tome el lugar de la belleza y el libre juego. Somos valiosos solo en la medida en la que podemos explotarnos a nosotros mismos para generar dinero. Es decir, nos empuja a ser lo más productivos posible con la promesa de poder luego “ser libres”, de poder luego ser seres humanos. Esa libertad se manifiesta al momento de consumir.
Sin embargo, bajo estas condiciones, rara vez alcanzamos la libertad prometida sin que ésta esté acompañada de un sentimiento de resaca, pues cuando consumimos una cosa, el fetiche de libertad que es el dinero, deja de serlo, y toma la forma de aquello que estamos consumiendo (una hamburguesa o un par de tenis), a menudo queda el temor de haber podido consumir algo mejor, o simplemente de haber conservado la promesa de poder ser libres como algo más placentero que el serlo realmente. La promesa de la experiencia estética, se vuelve más deseable y sustituye a la experiencia estética en sí. Nunca se termina siendo libre, y por ende nunca se termina siendo ser humano, pues cuando llega el momento de ser, nace inmediatamente otro deseo distinto que deberemos buscar para llegar a ser seres humanos. Ésta sería la pulsión del deseo inalcanzable, una del hambre eterna, de la insatisfacción que nos mueve siempre a buscar otra cosa, del éxito que aún presente no se puede disfrutar.
De igual manera, aún y cuando la productividad, el esfuerzo y el trabajo son considerados como valores morales de gran virtud, pueden volverse también una prisión. Pertenecen al impulso de la forma y tienden a restringir al impulso de los sentidos. Hoy en día, la letanía de la productividad extrema, del desvelo, del postergar el disfrute por un disfrute mayor al final, ha perdido su valor moral, pues no elegimos seguirla en un estado de libre juego estético, sino que nos vemos empujados hacia ella con la promesa de que es el único camino para llegar a acumular suficiente riqueza como para ser libres. Bajo esta lógica, el libre juego estético se reservaría sólo para aquellos con la capacidad de comprar su libertad. Pero si observamos detenidamente a nuestro alrededor, nos daremos cuenta de que hay muchas personas con gran riqueza económica que no terminan por disfrutar las experiencias estéticas a las que tienen acceso, y de manera opuesta, personas humildes que son capaces de vivir plenamente la experiencia estética tan simple de acariciar un perro. Ésto sucede debido a que mientras uno está atrapado en la pulsión del deseo inalcanzable, el otro es capaz de olvidarse de recompensas y añadiduras para apreciar el placer del hacer.
Contrargumentos
Empírico
Hay veces que la experiencia estética de la creación artística no se disfruta, se sufre. Entonces no habría un valor intrínseco en el hacer como dice Schiller. Por lo tanto, si no hay valor intrínseco en la experiencia estética, su único valor verdadero es el resultado cognitivo, la experiencia emocional o el valor de aquello que se comunica. Un ejemplo claro es el proceso que narra Tolstói en su crítica al arte, en la cual menciona:
“I heard the words, “asses”, “fools”, “idiots”, “swine”, addressed to the musicians and singers at least forty times in the course of one hour. And the unhappy individual to whom abuse is addressed-flautist, horn-bower, or singer-physically and mentally demoralized, does no reply, and does what is demanded of him”.
“Oí las palabras "asnos", "tontos", "idiotas", "cerdos", dirigidas a los músicos y cantantes al menos cuarenta veces en el transcurso de una hora. Y el infeliz individuo al que se dirigen los insultos -flautista, corneta o cantante-, física y mentalmente desmoralizado, no responde y hace lo que se le exige”.[6]
Contra objeción
Schiller, a través de su concepto de sublime, podría responder que:
“Moral and aesthetics judgments will, in any event, often conflict since moral rigor generally is in tension with the freedom we value both in artists and its creations”.
“Los juicios morales y estéticos a menudo están y estarán en conflicto, pues el rigor moral es generalmente en tensión con aquella libertad que valoramos tanto en los artistas como en sus creaciones”.[7]
Para entender esto es fundamental el concepto de sublime, que para Schiller muestra el lado más noble del ser humano y complementa a la belleza como parte de la naturaleza humana.
Lo sublime aparece cuando a pesar de enfrentarnos al sufrimiento o a la violencia, resistimos, si bien no físicamente, sí idealistamente. Significa aceptar el sufrimiento y en el proceso convertirlo en sumisión voluntaria. Esa mezcla de angustia y felicidad demuestra inequívocamente que somos verdaderamente libres. Es decir, si para cualquiera de los artistas en el ensayo de ópera que menciona Tolstói, vale la pena sufrir tal maltrato con tal de ser libres de vivir su ideal artístico, entonces, ahí hay un valor moral muy grande en el hacer. [8]
Racional
Para Schopenhauer la experiencia estética sublime es aquella que suspende nuestra voluntad y con ella nos permite liberarnos del sufrimiento que provoca querer satisfacer los deseos de nuestros impulsos fundamentales y de la subjetividad personal de nuestro ser. Esta suspensión nos permite llegar a conocer la verdad objetiva de forma más directa, la verdad del mundo, llegamos a las ideas puras (Platón). Para Schopenhauer lo sensible siempre es intelectual, entonces le atribuye un valor cognitivo supremo a la experiencia estética.
Contra objeción
Para Schiller si puede haber un valor cognitivo en la experiencia estética, sin embargo, éste no es el fin de ella, el fin es permitirnos ser libres. Estaría de acuerdo con Schopenhauer en decir que el estado estético es el más fructífero para alcanzar conocimiento o valores morales; pero es precisamente porque no tiene un compromiso con ninguno de los dos que esto es posible.
Conclusión
La teoría estética de Schiller nos da la posibilidad de conciliar los valores formales y sensibles del ser humano a través del libre juego. La autonomía estética que propone nos permite mirar con nuevos ojos nuestra vida presente y valorar si somos o no realmente libres de seguir nuestra moralidad, de escuchar a nuestro cuerpo o de detenernos a contemplar un amanecer. Nos recuerda que la experiencia estética es valiosa en sí misma, que su valor está en el placer de vivirla y no viene de la obtención de un fin superior, aunque puede ayudar a alcanzarlo; por lo que es un llamado a cambiar la jerarquía de valores que tenemos como sociedad y considerar poner como prioridad aquello que nos vuelve más humanos.
Notas
[1] Cahn, S. M., Ross, S., Shapshay, S. (2020) Aesthetics. A Comprehensive Anthology. Second Edition, “Ch.17. Introduction” Pg.199-203. WILEY Blackwell.
[2] Moland, Lydia, L. "Friedrich Schiller", The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Summer 2021 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL = <https://plato.stanford.edu/archives/sum2021/entries/schiller/>.
[3] Moland, Lydia, L.(2021).
[4] Moland, Lydia, L.(2021).
[5] Moland, Lydia, L.(2021).
[6] Cahn, S. M., Ross, S., Shapshay, S. (2020) Aesthtics. A Comprehensive Anthology. Second Edition, “Ch.24. What is art?” Pg.300-301. WILEY Blackwell.
[7] Moland, Lydia, L. "Friedrich Schiller", The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Summer 2021 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL = <https://plato.stanford.edu/archives/sum2021/entries/schiller/>.
[8] Moland, Lydia, L.(2021).
Bibilografía
Cahn, S. M., Ross, S., Shapshay, S. (2020) Aesthetics. A Comprehensive Anthology. Second Edition. WILEY Blackwell.
Moland, Lydia, L. "Friedrich Schiller", The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Summer 2021 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL = <https://plato.stanford.edu/archives/sum2021/entries/schiller/>.
Contacta al autor: franciscorgs.design@gmail.com
1 Comment
muchas gracias, enriquecedoras reflexiones para espíritus que vagan en esta época opaca.
Destellos provocan en mí. gracias