Nadie puede ser, ni encontrarse dos veces a la misma persona
Ariel Garrido ∙ 9 min de lectura
Todos hemos visto caer el sol y erguirse la Luna, también presenciamos el constante fluir de un rio, a su vez todo ser humano habrá escuchado alguna vez (o escuchara) las palabras: “Has cambiado” cuando alguien que no nos ha visto en un periodo de tiempo nos encuentra diferentes, quizás las experiencias que nos precedieron nos moldearon nos cambiaron como personas, pero seguimos conservando nuestro nombre. Cuando vemos cambiar de posición al Sol para que se alce la luna notamos cierto cambio, también en las aguas siempre cambiantes de un rio, y de eso quiero hablar sobre: el cambio o devenir.
Resulta un reto negar el cambio, y más aún seria analizar las dos posturas (existencia del cambio y la inexistencia del cambio) y elegir una, una que responda a la pregunta de: ¿Existe el cambio?, ese análisis y respuesta la voy a presentar en este ensayo para ello primero (A) voy a introducir a las teorías de los dos filósofos (Heráclito defensor del cambio y Parménides detractor del cambio) juntándolos con cosas que vemos en la vida cotidiana, después (B) explicaré detalladamente cada término fundamental sobre sus teorías, luego explicaré (C) a profundidad la tesis de Heráclito, acto seguido(D) presentaré el argumento medular de Parménides como contraargumentos del constante cambio, (e) para terminar presentaré las debilidades del pensamiento de Parménides y conclusiones generales.
A. Heráclito y Parménides.
Todo este conglomerado de experiencias y reflexiones (y muchísimas más cosas) llevaron a Heráclito de Éfeso y Parménides de Elea a desarrollar sus filosofías ambos hablaban sobre el cambio, específicamente trataban de responder sobre la existencia del cambio. Heráclito sostenía la tesis de que todo estaba en absoluto cambio, pero aun así existe algo de permanencia, según la Enciclopedia de Stanford de la filosofía: “En los que entran en los ríos se mantienen los mismos otros y otras aguas fluyen”.
Así como el día es a la noche, Heráclito es a Parménides. La filosofía o el argumento de Heráclito tiene su opuesto: Parménides de Elea. Él afirmaba que nada cambia, que el cambio es una ilusión y que en realidad todo permanece, sus ideas rezan que era imposible el cambio pues nada puede dejar de ser, es decir algo no puede simplemente no ser. Veámoslo así, yo: Ariel, no puedo dejar de ser Ariel, no puedo no ser Ariel. Cuando decimos que todo está en constante cambio estamos aceptando que existe un salto de ser algo a no ser nada. Y aquí es donde nacen los problemas para Parménides, pues algo que es no puede no ser nada. Resulta un reto aceptar que no existe el cambio, que el devenir es una ilusión y que en realidad todo ha permanecido así desde siempre y permanecerá así, si bien es cierto las premisas y conclusiones de Parménides son válidas, éstas no se pueden utilizar para deshacer el pensamiento de Heráclito, él acepta cierta permanencia en el cambio, para explicar esta permanencia hemos de recurrir a la Enciclopedia de filosofía de Stanford de nuevo para comprender dicha permanencia: “Toma el nombre de rio una masa de agua porque consiste en aguas cambiantes, y si estas aguas dejaran de fluir no sería un rio, sino un lago, existe pues un tipo de existencia notable, que permanece como tal cambiando lo que contiene”
B. Términos fundamentales sobre las teorías del cambio (Heráclito y Parménides).
Para entender la filosofía del constante cambio hemos de entender dos términos fundamentales: Logos y Unidad de opuestos. El logos es aquella explicación racional respecto al cambio, este siempre está cambiando, pero sigue siendo el mismo, el símbolo del logos es el fuego pues la forma de esta siempre cambia, pero sigue siendo lo mismo. Así mismo Heráclito pensaba que todo está cambiando y hay un principio inalterable que explica ese cambio: El logos.
La unidad de opuestos manifiesta dos contrarios que están interconectados, pero no son idénticos, pensemos en la Luna y el Sol, de cierta manera simbolizan una unidad en esencia de que una de ellas cambia a la otra, o sea, para que veamos el Sol hemos de ver caer la Luna, y viceversa. Los dos contrarios yacen en el mismo lugar en virtud de que forman un sistema de conexiones opuestas. Respecto a Parménides, él defendía que no existía la generación, es decir, que todo lo que es, es, y siempre ha sido, y siempre será. Utiliza el concepto de Unidad del Cosmos, donde todo está conectado. Su pensamiento está manifestado en su única obra que conservamos, donde se presenta el argumento metafísico para la “no-generación”. Este argumento reza que: Si algo es, tiene que ser, y no puede no ser, del mismo modo lo que no es, no puede ser. Según él, el cambio es el tránsito entre dos opuestos, pero esto es contradictorio pues el ser tendría que pasar a no ser y esto es imposible porque el no ser no existe. Pensemos en la nada, nada puede ser nada porque no existe, ni siquiera la podemos pensar, y de idéntica manera de la nada no puede nacer algo.
C. Heráclito y el cambio.
Heráclito es claro y conciso, él alegaba que todo está en constante cambio, la quietud es una ilusión pues todo está en un constante devenir, y este devenir es explicado por el logos. Profundizando más, hemos de decir que el logos descansa sobre la unidad de los opuestos, que es otra pieza fundamental dentro de la filosofía de Heráclito. La unidad de opuestos puede ser interpretada como una armonía de contrarios, donde uno de los contrarios sede su lugar a otro y luego, en justa medida, este otro cede su lugar, formándose una armonía entre los contrarios. Heráclito no se equivoca cuando menciona que el Logos puede ser simbolizado con la llama de fuego, pues esta, pese a que está cambiando, sigue siendo una llama, además esta analogía también se presta para decir que: El logos destruye en justa medida,
D. Contrargumentos a la teoría del Cambio de Heráclito.
Parménides consideraba que el cambio era imposible, que no puede existir la generación pues, todo ya estaba hecho y se quedará así para siempre. Él pensaba que para que suceda el cambio debería suscitarse un hecho imposible (dentro de la lógica formal). Este hecho resulta una transición del ser al no ser por ejemplo para que una semilla se convierta en un árbol, esta debe dejar de ser (No ser) una semilla y pasar a ser (ser) un árbol. El cambio estaría compuesto de un conjunto de opuestos (ser y no ser) y el no ser es impensable y lógicamente imposible, precisamente estas características no pueden existir porque es lo mismo pensar y ser.
E. Debilidades del pensamiento de Parménides y conclusión.
Parménides alega que el cambio no existe, pero precisamente defender esta postura invalida la misma. Para que nosotros podamos negar algo hemos de haber conocido ese algo, hemos de presuponer ese algo. Entonces la imposibilidad del cambio es inalcanzable ya que para negarlo he de apoyarme de una idea, o de un presupuesto del cambio.
Ya reconocida la falla en el argumento de Parménides habremos de elegir una respuesta a la pregunta inicial: ¿Existe el cambio? En mi opinión, considero que el cambio existe y no solo por mera intuición, o por la ausencia de quietud en la que vivimos, sino más bien porque pienso que el cambio es el tejido del que está hecho nuestra vida. Como lo mencionaba antes la luna precede al sol, conocemos al Sol por la Luna, por el cambio, así mismo muchas de nuestras emociones gozan de sentido por sus contrarios, conocemos lo que es la felicidad por la tristeza, por su contrario, porque alguna vez nos hemos sentido tristes y luego hemos sonreído. Conocemos lo que es la calma porque conocemos la intranquilidad, entendemos lo que es el paraíso porque hemos conocido o tenemos una noción de lo que es el infierno. Solo a través del cambio es que damos sentido a lo que nos pasa, por el cambio es que podemos definirnos como personas, por la comparación con nuestra persona de hace un año (por ejemplo) con la que somos hoy, el cambio nos dota de identidad. Viéndolo así, podríamos decir que: No podemos encontrarnos a la misma persona dos veces en la vida, porque todo el conglomerado de experiencias sensoriales que implica estar vivo nos afecta, nos moldea y nos cambia constantemente a nosotros y a los demás.
Bibliografía
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Graham, D. W. (2007) “Heraclitus”, Pg. X Stanford Encyclopedia of Philosophy
Reeve, C. D. C., Curd, Patricia, Cohen, S. Marc. (2016) “Readings in Ancient Greek Philosophy: From Thales to Aristotle. Fourth Edition”, Ch. 6. Parmenides of Elea Pg. 40-46. Hackett Publishing Company, Inc. Indianapolis/Cambridge.
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