La razón en la ética, el alivio de la objetividad sobre nuestras creencias
Adafel De Jesus Rincon Urdaneta ∙ 11 min de lectura
En este ensayo investigaremos el porqué de que la razón tenga un papel fundamental en la Ética, es decir, para que la Ética sea correcta, o se utilice de manera correcta, debe desprenderse de un uso correcto de la razón. Este es el papel que voy a defender en mi ensayo y del cual trataré de dar las mejores explicaciones para la comprensión de mi postura. El papel que juega la razón en la ética es clave, ya que sin ella no podríamos reflexionar sobre nuestras acciones y deberes de una manera correcta.
La ética es el campo de estudio que estudia la moral objetivamente, dependiente de análisis y razonamientos, no de experiencias, podríamos decir que estudia los conceptos aplicados en las doctrinas morales. Y con ello se busca tratar de entender cuál es el origen de la ética (Meta ética), qué normas debe seguir el comportamiento humano, analizando y estudiando las normas que dictaminan las doctrinas morales (Ética Normativa), y, por último, cómo debemos llevar a la práctica o actuar sobre estar normas o conocimientos con el uso de la razón (Ética Practica o aplicada).
Ahora, referente a la razón, esta es la facultad que tenemos los seres humanos como capacidad de alcanzar conocimiento a través de la reflexión y experiencia, entonces la razón es un principio de explicación para lo que llamamos realidad, mediante el estudio o investigación lógica por los cuales cuestionamos las ideas o conceptos que son referentes al conocimiento humano.
¿Debo actuar por un beneficio que satisfaga mis deseos y que a la vez conlleve un bien, o simplemente debo de actuar porque con eso estaría haciendo lo correcto a través del uso de mi razón?
Pensándolo así, entonces nuestra motivación o tentación para actuar proviene de que creemos que una acción buena depende de si el objetivo es bueno, y esto no es del todo correcto, es decir, lo que pensamos que puede ser bueno para el otro, a su vez también puede tener un efecto perjudicial y acabar teniendo un efecto negativo y así cambiar el objetivo por el cual lo hicimos, en cambio, si somos capaces de actuar y de razonar mediante el deber, deberíamos de llevar a cabo solamente la acción correcta, porque es lo correcto y que esta misma precede del bien más elevado e incondicional que solo puede encontrarse en la buena voluntad que nos motive a actuar. En las propias palabras del filósofo que se encargó de establecer una ética según el deber (Immanuel Kant) sería así. “Ningún resultado, si lo logramos puede ser incondicionalmente bueno. La fortuna puede ser mal empleada, lo que creíamos que iba a inducir un beneficio puede ser perjudicial, y la felicidad puede ser inmerecida. La esperanza de conseguir algún fin concreto, por muy beneficioso que parezca, no es pura e incondicionalmente buena. No es el efecto, ni siquiera el efecto deseado, lo que confiere carácter moral a una acción. Todos los efectos pretendidos podrían “producirse por otras causas y no requerirían la voluntad de un ser racional, mientras que el bien más elevado e incondicional solo puede encontrarse en tal voluntad”. (Fundamentos de la metafísica de la moral, paginación 390 de la Akademie 390).
Con esto quiero decir, que es la posesión de una voluntad guiada por la razón lo que añade una dimensión moral a los actos de uno o de nosotros, y así tenemos, que lo que debe impulsar el reconocimiento y la apreciación del deber lo que debe impulsar nuestras acciones para poder llegar a tener un razonamiento que no se inmute ante los deseos y placeres por los cuales busquemos otros objetivos en nuestros deberes que nos darían una falsa motivación o estimulo del porque ayudar al otro.
Ahora presento dos formulaciones de Kant para reforzar mi postura, las cuales tienen su base en el Imperativo Categórico, ya que Kant piensa que la razón dicta un imperativo categórico para nuestras acciones morales.
1. “Actúa solo según aquella máxima por la que puedas al mismo tiempo querer que se convierta en una ley universal” 2. “Actúa de manera que trates a la humanidad, ya sea en tu persona o en la de otro, siempre como un fin y nunca como un medio solamente”.
Esto significa que nuestras acciones deben cumplir con tres pruebas:
1. Universalidad (para todos).
2. Imparcialidad (sin preferencias).
3. Racionalidad (usando la razón).
Dicho esto, entonces, no podemos robarle a alguien sin esperar que eso no nos pueda pasar también a nosotros, ya que, si le robo a alguien, eso significa que alguien puede robarme a mí de vuelta, ¿quiero que esto llegue a convertirse en una máxima ley universal en el cual podríamos robarnos unos a otros sin consecuencias más allá de esto mismo?
Esto no cumple con la prueba de la racionalidad ni la de universalidad, ya que un uso correcto de la ética se desprende de la razón, y si robamos por una causa o deseo que creemos es buena para uno no estaríamos pensando en que mí deber es no hacerlo ya que es algo incorrecto, y tampoco estamos razonando sobre que, si yo se lo hice a alguien, entonces alguien más me lo puede hacer a mi porque en consecuencia de mis actos, actué como si esto fuese universalmente válido para mí, y, por ende, para todos.
El fin de nuestra razón debe ser siempre fundar una buena voluntad, ya que la presencia en el hombre de la razón práctica por sí misma confirma la noción de una buena voluntad, es decir, la buena voluntad, es buena en sí misma propiamente porque la bondad es irrestricta de la buena voluntad, que es buena en sí misma, por lo tanto, es independiente de cualquier cosa, por lo que la buena voluntad a su vez que es buena en sí misma, estriba en el deber, y no en la inclinación o deseo en conjunto al valor moral.
Ejemplo
1. Pido a un amigo que me preste unas prendas para usarlas en un evento, y le prometo que se las devolveré al día siguiente. Pero esto es falso, ya que no tengo intención de cumplir con mi promesa.
2. Esta persona no cumplió con su promesa al día siguiente.
C. Si esta persona lo hizo, todos podríamos hacerlo.
Pero esto está mal, ya que, si aplicamos la prueba de universalidad a esta máxima, podríamos decir que, si todo el mundo actuara así, la institución de la promesa quedaría desvirtuada y estaríamos rompiendo con su concepto, ya que esa persona hizo una promesa, queriendo que las promesas no existan. Es decir, esta máxima no supera o cumple la prueba de la universalidad. Ahora, todo lo dicho en este ensayo tiene sus contraargumentos u objeciones que intentan criticar esta postura, a continuación, explicaré y luego defenderé mi postura de los mismos ya que en este ensayo se considera que la razón es fundamental para la ética, y no así la felicidad o el placer que se puedan obtener de diferentes decisiones utilitaristas.
Desde el punto de vista del filósofo David Hume, el razonamiento es un proceso que pasa de una idea instantánea a otra, y para que este mismo tenga fuerza motivacional, debe estar ligado a algún deseo o afecto, Hume sostiene que cuando el razonamiento se dirige a la producción de una acción, siempre presupone una necesidad o deseo existente.
Por ejemplo, supongamos que notamos una conexión entre el ingreso de mayor cantidad de dinero y una cantidad mayor de horas de trabajo, pero no hará que lo hagamos inmediatamente y empecemos a trabajar una mayor cantidad de horas, a menos que queramos (voluntad) tener mayores ingresos (acción), es decir, la razón por sí sola no puede oponerse a una pasión o deseo a satisfacer en la dirección de la voluntad.
En las propias palabras de Hume sería así, “La razón es, y solo debería ser esclava de las pasiones, y nunca puede pretender otro oficio que el de servirlas y obedecerlas”.
Esta teoría moral supone, que el valor de una acción es medido por la felicidad o los placeres que puedan traernos a nosotros mismo o a los demás, es decir, lo que produce mayor felicidad o satisfaga una mayor cantidad de deseos es el curso de la acción moral, con esta teoría estaríamos permitiendo que solo los cálculos utilitarios motiven nuestras acciones (mayor felicidad=mayor bien).
Por ejemplo, podríamos justificar el sacrificio de un individuo en beneficio de otros si los cálculos utilitarios prometen más beneficios para las demás personas. Entonces, supongamos que voy en carretera manejando mi automóvil, y de repente en un callejón sin salida mi auto se queda sin frenos y lo único que puedo hacer es decidir sobre a quién voy a atropellar ya que no puedo parar ni estrellar el auto contra un obstáculo, del lado más lejano se encuentran dos ancianos, y del lado del cual estoy más cerca hay un grupo de seis personas. Para los utilitaristas debería de ir hasta el lado más lejano y sacrificar a los dos ancianos por delante del grupo de seis personas, ya que estoy favoreciendo a un grupo mayor de personas, entonces (mayor felicidad=mayor bien) el beneficio del cálculo utilitarista es mayor, así que esa debería de ser mi decisión. (David Hume. T 2.3.3.4/415).
¿Pero, qué tan correcto sería esto? Si todas las personas tenemos nuestro intelecto o razón y libertad, no debería de tratar a esos dos ancianos como un medio para salvar al mayor grupo de personas, si mi auto ya estaba a punto de estrellarse y quedar parado contra el grupo de seis personas no es correcto que me desvié justificándome por la mayor felicidad o por satisfacer la mayor cantidad de deseos, este es el peor ejemplo de cómo tratar a alguien totalmente como un medio y no como un fin en sí mismo.
Esto nos lleva a que las teorías utilitaristas se rigen simple o meramente por la contingente búsqueda de los seres humanos por el placer y la felicidad, no por la ley moral universal dictada por la razón. Actuar en busca de la felicidad es arbitrario y subjetivo, y no es más moral que actuar sobre la base de la codicia o el egoísmo ya que estos emanan de motivos subjetivos y no racionales para buscar un mayor beneficio, así que rechaza el papel fundamental e indispensable de la razón y la libertad en nuestras acciones humanas ya que deja a un lado a la más elevada voluntad que nos lleva a hacer lo correcto, a cumplir con el deber aunque en ese momento no sea lo que queramos, y ese es el rol fundamental de la razón en nuestro comportamiento, hacer lo correcto sin importar el qué o el medio, ya que cuando no obtengamos un beneficio o felicidad por la acción que estamos haciendo, entonces no habrá nada que nos motive para seguir repitiendo ese acto, por lo tanto, lo que nos lleva a hacer lo correcto es una razón práctica, que de por sí confirma la noción de una buena voluntad.
Nuestra búsqueda de una voluntad absoluta hacia un correcto uso de la Ética, mediante el cual podamos dejar de juzgar a los demás solo como un medio, mediante el cual podamos ponernos en los zapatos del otro antes de responder de una manera que termine el diálogo y nos enemistemos con alguna persona, debe de ser una voluntad como una hoguera la cual nos paramos a calentar de tanto en tanto, a reflexionar sobre ella, ya que si todos queremos el bien universal y la bondad para todo el colectivo social debemos de madurar junto con el mundo en busca de un razonamiento que nos permita comprendernos mejor unos a otros tanto culturalmente, tradicionalmente, idealistamente, debemos dejar esas cadenas que nos separan tanto uno del otro y llegar a ser más humanos, a humanizarnos uno con el otro, a entender nuestros contextos y diferentes razonamientos para llegar a un futuro donde convivamos mejor, y sé que todo esto suena un poco idealista y que solo podría pasar dentro de nuestras mentes, pero hay que recordar que: lo que no se piensa o no se toma en consideración por lo grande que se ve, nunca se hará ni se intentará, pero si es pensado e intentado, ¿quién sabe? Podríamos enfrentarnos a la posibilidad de un mundo mejor donde nos miremos más a nosotros mismo al espejo y no a los demás con una lupa.
Bibliografía
Jacobi, F., 1787, David Hume sobre la fe o el idealismo y el realismo: una Diálogo, en G. di Giovanni (ed.), Los principales escritos filosóficos y la novela Allwill, Montreal: McGill-Queen's University Press, 1994.
La metafísica de la moral. Trans. Mary Gregor. New York: Cambridge University Press, 1996.
Critica de la razón pura, trans. Werner Pluhar. Indianápolis: Hackett, 1996.
Groundwork of the metaphysics of morals, Ed. Mary Gregor. New York: Cambridge University Press, 1998.
Critica de la razon práctica, trans. Mary Gregor. New York: Cambridge University Press, 1997.
Critica del juicio, trans. Werner S. Pluhar. Indianapolis: Hackett, 1987.
Contacta al autor: adafelrincon7@gmail.com
3 Comments
Hola Adafel, buen ensayo, me gustó mucho la temática y la exposición de las ideas de Kant.
En el párrafo 6 hay un link en medio de una palabra que al parecer se fué de sobra, tal vez por edición del artículo.
Un comentario que me parece interesante es en el párrafo 10 donde mencionas que una buena voluntad lleva en sí misma el valor de la bondad. ¿Qué se entiende por bondad para Kant?
En el penúltimo párrafo, parece que culmina tu defensa de la razón sobre del sentimentalismo de Hume, pero la respuesta no creo que sea suficiente. El experimento mental del vehículo sin frenos solamente enfatiza las consecuencias tan malas a las que nos dirige la deontología, teoría que buscas defender. Cualquier lector que lea dicho experimento fácilmente podría modificar el número de factores en el mismo para ver el absurdo de la deontología: si frente a mí estoy a punto de matar a 50 personas, pero en el otro camino hay una sola persona, concluiríamos de forma absurda.
Por lo tanto, creo que aunque podemos aprender del experimento, no sirve para abogar por la deontología. (Reconozco que es posible que no haya entendido la verdadera intención de dicho experimento en el texto).
Finalmente, me gustó la conclusión, creo que es un muy buen escrito en general y la puntuación me agradó bastante.
Hola Miguel, muchas gracias por tus comentarios sobre el ensayo, y si, en el párrafo 6 al parecer se pasó un link cuando editaron el artículo, cosas que pueden pasar y no quise molestar en ese momento para que lo corrigieran ya que en ese momento estaban subiendo varios ensayos.
Respondiendo tu pregunta sobre la bondad, Kant utiliza el término de bondad sobre una manera general, por consiguiente, lo utiliza en ese sentido, que sería el impulso por beneficiar. Por eso hago énfasis en su concepto de buena voluntad, ya que ese es el concepto al que Kant quiere tratar, porque debe nacer irrestrictamente por la voluntad del hombre, no por un impulso de los sentidos ya que esto en la mayoría de los casos derivaría en respuestas diferentes ante los actos por causas de nuestros sentidos.
Sobre el argumento a favor de la deontología, decidir salvar a uno o otro según la felicidad, placer o tristeza, mayor o menor número de deseos, es utilizar a los demás como un medio, no como un fin en sí mismo. Actuar en busca de la felicidad y placer es totalmente arbitrario y subjetivo, ese es el tema del experimento, la mayoría suele simpatizar con el lado que genera mayor felicidad=mayor beneficio pero estás reduciendo la ética a un sentimentalismo que no se apega con los derechos o leyes universales, y, termina decantando en un individualismo. La ética no puede prescindir de la razón, ya que sin la razón no hay buena voluntad, y en efecto, si no hay buena voluntad desprendiendo de la razón, entonces no hay porque actuar cuando no lo queramos, sino solo en pro de conseguir algún beneficio de aquello por lo que actuamos, y sino hay beneficio o felicidad, no tendríamos ninguna motivación para actuar, ya de que dejamos de lado la razón por el uso de los sentidos en favor del individualismo.
Muchas gracias por tomarte el tiempo de leer mi ensayo, espero poder haberte respondido de buena manera y aclarar un poco tus dudas.