La incompletitud y el cambio metafísico
Carlos Barrera ∙ 10 min de lectura
A lo largo del texto, desarrollaré una crítica al pensamiento de Parménides, donde expondré mis argumentos sobre cómo lo que es se sustenta en lo que no es, a partir de una premisa la cual presenta al movimiento cómo producto de la ausencia de la totalidad, resultando en un estado o universo incompleto, con esto pretendo sustentar cómo sí existe el cambio metafísico.
Abordaré las ideas de Parménides resaltando los fragmentos más relevantes sobre su idea de la imposibilidad del cambio metafísico, y los pondré en contraste con la paradoja de un dios omnisciente, el cual queda inhabilitado para pensar o actuar, limitado por su naturaleza absoluta.
“Todo lo que es, es, y no puede no ser”[1]. Así estableció Parménides en su única obra Sobre la Naturaleza, la imposibilidad del cambio metafísico, entendiendo el cambio en un nivel más profundo, donde todo lo que vemos, pensamos o podemos concebir “ya es”, y, por lo tanto, no puede no ser. Es en este punto de transición del “ser” al “no ser”, donde para Parménides no hay lugar para el cambio.
Esta idea lleva a Parménides a concluir que todo lo que es, es uniforme, armónico y perfecto. Rechaza de cierto modo el nacimiento espontáneo de todo lo que existe, nacimiento entendido como la transición del no ser al ser. Para Parménides, esto representa una verdad, la cual dista al otro extremo del pensamiento de Heráclito, quien creía que “todo fluye” al decir que “En los mismos ríos entramos y no entramos, (pues) somos y no somos (los mismos)”[2].
Parece entonces, que en el pensamiento de Heráclito, el cambio y el movimiento es el principio básico del logos, en contraste con Parménides. Recordemos, pues, que para los filósofos griegos el logos tuvo varios significados; en el caso de los presocráticos cómo Heráclito o Parménides éste representaba un principio fundamental del universo, que permitía explicar de cierta forma cómo operaba el mismo.
Parménides plasmó su filosofía a través de una única obra, la cual es un poema que describe un diálogo entre un joven y una diosa, la cual le proporcionará la verdad de todas las cosas, es entonces donde aparece continuamente durante toda la obra la exposición de los argumentos de la diosa, la cual pretende dar a entender al joven el mayor de todos los principios:
“Porque no se puede saber lo “que no es” (porque no se puede lograr) ni puede declararlo.”[3]
A continuación, la diosa seguirá profundizando y girando en torno a este argumento durante toda la obra. El argumento de la diosa parece ser irrefutable, es cierto que no podemos saber lo que no es, y dejará muy claro que lo que “no es” no es igual a lo que existe pero que no es conocido. Lo que no es simplemente no puede ser nunca pensado, dicho o representado. Así lo confirma en la siguiente línea:
“Pero mira las cosas que, aunque ausentes, están bien presentes en la mente. Porque no cortarás lo que es para no aferrarte a lo que es, ni te dispersarás por todas partes en todos los sentidos para ni ser reunidos.”[4]
Seguidamente la diosa aborda una idea que parece reflejar la existencia o no de algún tipo de temporalidad:
“Para mí, es indiferente de dónde voy a empezar: porque ahí es donde volveré de nuevo.”[5]
Podemos interpretar esto de dos maneras: la primera consiste en que para la diosa no existe el concepto de tiempo, ya que no existe un comienzo o un final, y, por ende, no hay movimiento o avance respecto al tiempo, sencillamente porque no hay lugar para lo que no es, que es aquello que estaría antes o después del tiempo. Y la segunda, donde da lugar a un comportamiento de continuidad en el tiempo pero que tiene un funcionamiento cíclico o circular, donde al final vuelve al mismo punto de partida, sobre esto último se podría relacionar las teorías cosmológicas cómo el big bang (comienzo del universo) y un final del universo producto de un big crunch, donde vuelve a su estado inicial, para luego volver a empezar, esto se le conoce cómo la hipótesis del universo cíclico, propuesta por Alexander Friedmann[6].
Pero, me inclino a pensar fuertemente que la diosa se refiere a la primera posibilidad, donde no hay tiempo y el movimiento es solo una ilusión. Así lo da a entender en la siguiente línea:
“Pero ¿cómo puede ser lo que es en el futuro? ¿Cómo puede llegar a ser? Porque si llegó a ser, no lo es, ni siquiera si alguna vez va a ser.”[7]
También deja claro la imposibilidad de un comienzo:
“Ni lo fue nunca, ni lo será, ya que es ahora, todo junto uno, manteniéndose juntos: ¿Qué nacimiento buscarás para él? ¿Cómo y de qué creció? De lo que no es, no permitiré que digas ni pienses: Porque no puede ser dicho ni pensado que no lo es. ¿Qué necesidad lo habría despertado, más tarde o más temprano, habiendo empezado de la nada, a crecer?”[8]
En la siguiente línea de texto, pone en manifiesto la imposibilidad del futuro, pero al final del párrafo y en las siguientes intervenciones de la diosa, deja en claro una idea “todo se mantiene junto, nada es divisible, todo está lleno de lo que es”:
“Así que el futuro se ha extinguido y perecido no puede ser investigado. Tampoco es divisible, ya que todo es igual, y no más de ninguna manera, lo que le impediría manteniéndose juntos, o en absoluto menos, pero está todo lleno de lo que es.”[9]
Es sobre esta idea del “todo lleno y completo” donde quiero exponer mi argumento, porque es precisamente la incompletitud, aquella que sustenta lo que es, y habilita una dinámica, donde da lugar al tiempo y al movimiento.
Quiero ilustrar la idea de Parménides del “todo lleno y completo” de la siguiente manera. Imaginemos 4 círculos, los cuales representan todo el conocimiento del mundo:
Cada círculo es un fragmento de lo que existe en el mundo y cada línea representa el conocimiento entre lo que existe. Para Parménides, la imagen de arriba representa muy bien su pensamiento, ya que todo el conocimiento del mundo está unido y completo. Todo lo que existe es uno solo. Aunque pueda parecer que en la imagen lo que existe está fragmentado en 4 círculos, son sus relaciones (líneas) las cuales representan la unidad, o sea el conocimiento total y completo. Si retomamos el escrito de Parménides podemos llegar a encontrar algo de relación con esta representación visual:
“Permaneciendo igual y en lo mismo y por sí mismo se encuentra y así permanece fijo; por la poderosa Necesidad, la mantiene en lazos de un límite que la mantiene en todos los lados.”[10]
Si pensamos en un dios con la cualidad de la omnisciencia, este, al saberlo todo, tiene el conocimiento perfecto y completo de todo lo que existe, similar al gráfico anterior, ahora, este dios no puede ser contradicho por las leyes del tiempo, porque es eterno, no tuvo principio ni tendrá fin.
Hagamos un ejercicio al imaginar cómo operaría este dios a partir de una característica de todo ser que se precia de tener capacidad cognoscitiva, la consciencia. Pensemos en la consciencia como cualidad que habilita a todo ser para llegar al pensamiento y la acción a partir del conocimiento. Si este dios tiene consciencia de sí mismo y del conocimiento total de todo lo que existe, este dios es un ser pensante, porque el acto de navegar por sus propios conocimientos y de reconocerse a sí mismo es propio del acto de pensar. Pero esto sería contradictorio.
Este dios no puede pensar ni ser consciente de sí mismo y por ende tampoco puede actuar a voluntad. La explicación está en su completitud, al ser un dios que tiene el conocimiento de todo lo que existe, no hay espacio para navegar sobre dichos conocimientos. Con esto me refiero a que el conocimiento total de todo lo que existe imposibilita el pensamiento, entendiendo este (el pensamiento) como la movilidad sobre las diferentes piezas de información que resultan en diversas relaciones y siempre como un acto generativo o exploratorio. Es este movimiento o navegación sobre el conocimiento lo que permite el pensar y la autoconciencia, y es contradictoria a la omnisciencia, porque el sustento de este movimiento es la incompletitud, entendida cómo la ausencia que posibilita el movimiento. Parménides no estaría de acuerdo con esto, al afirmar lo siguiente:
“Por esta razón es correcto que lo que es no esté incompleto; porque no falta; de lo contrario, lo que está faltaría... todo.”[11]
Vuelve y afirma que todo lo que existe es y no falta, porque no puede faltar lo que es. Pero, si regresamos a la idea de nuestro dios omnisciente el cual posee todo el conocimiento existente y posible, donde todo lo que existe, incluso él mismo siendo el todo, siempre fue. Este seguiría siendo contradictorio, en caso de que se afirmara su conciencia y acción sobre el mundo. Porque desde la postura que plantea Parménides, no hay lugar para el movimiento y el propio acto de pensar y ser consciente de dicho conocimiento o incluso de su propia existencia, requiere del movimiento, un movimiento que se sustenta siempre en lo incompleto.
Podría plantearse que es posible un dios omnisciente capaz de pensarse a sí mismo y de recorrer sus propios conocimientos. Quizás parecido a un acto de recordar, y no el de un pensamiento generativo, pero esto no sería posible, ya que el acto de recordar implica la participación del tiempo, y en la metafísica de Parménides no hay lugar para el tiempo. Recordar implica una ausencia temporal, contradictorio a un estado máximo y total de conocimiento. Porque la acción de consultar su propio conocimiento es un movimiento, y el movimiento requiere ausencia, porque si todo está lleno, el movimiento no surge.
Por eso, la metafísica de Parménides no hace sentido, no solo con la consciencia del dios omnisciente, sino con la nuestra propia. Pensemos en el mundo material, el cual podría decirse que está completo, y que aún cuando este no participe del todo en nuestro pensamiento, no quiere decir que no sea (no es). Volviendo al gráfico, nuestro mundo hipotético y simplificado podría representarse así:
“Porque tampoco existe un "qué es" que lo detenga, llegando a lo mismo, ni hay ninguna manera de que lo que sea, sea más de lo que es en un sentido y de otra manera menos, ya que todo es incambiable; pues igual así mismo desde todas las direcciones, se encuentra uniformemente con sus límites.”[12]
Es por esto que aun cuando las cosas puedan tener la ilusión de cambiar sin dejar de ser, como lo plantea Parménides, sería contradictorio cuando llevamos dicho modelo a las relaciones de su totalidad y al movimiento continuo habilitado por el tiempo.
Podemos concluir entonces que, la movilidad en el mundo y el cambio metafísico está presente, pensemos tan sólo en algunas de las ideas que la filosofía, la ciencia o las matemáticas que evidencian una naturaleza incompleta y cambiante de la realidad, ideas como el infinito, la entropía, la flecha del tiempo o el Teorema de Incompletitud de Gödel, parecen recordarnos constantemente que el universo parece estar continuamente sin un cierre, habilitando una continuidad y cambio constante.
Pensemos en cómo funciona nuestra conciencia y nuestros pensamientos, los cuales surgen constantemente como la movilidad hacia un cierre o estado de completitud que nunca cesa, completamos tareas y hacemos pequeños cierres, pero esta dinámica no termina gracias a la ausencia de la totalidad del conocimiento, como la del dios omnisciente, que requiere ser incompleto para tener una mente operante sobre si mismo y el mundo.
Es esta incompletitud la muestra de cómo lo que no es habilita la existencia de lo que es, y permite que haya un flujo o movimiento. Es la ausencia, lo que no es, aquello por donde las cosas fluyen, se mueven, nunca se frenan, nunca se completan, y por tanto siempre cambian, tal como lo decía Heráclito.
Bibliografía
Diels, H., & Kranz, W. (1985). Die Fragmente der Vorsokratiker. Zurich: Weidmann.
Parménides, "El poema de la naturaleza". Traducido por Alfonso Gómez Lobo en su obra Parménides. Charcas ed., 1985
Curd, P. (2011). A Presocratics reader: Selected Fragments and Testimonia. Hackett Publishing.
Friedmann, Alexander (1922). “Über die Krümmung des Raumes.” Zeitschrift für Physik.
Brissaud, J. (2005). The meanings of entropy. Entropy, 7(1), 68-96.
Hofstadter, D. R. (1992). Gödel, Escher, Bach: un eterno y grácil bucle. Tusquets Editor.
Notas y Referencias
[1] Diels y Kranz, fr.B8.
[2] Diels y Kranz, fr.B8.
[3] Diels y Kranz, fr.B8.
[4] Parménides, "El poema de la naturaleza". Traducido por Alfonso Gómez Lobo en su obra Parménides. Charcas ed., 1985, fr.B2
[5] Diels y Kranz, fr.B91
[6] Diels y Kranz, fr.B2.
[7] Diels y Kranz, fr.B4.
[8] Diels y Kranz, fr.B5.
[9] Friedmann, Alexander (1922). “Über die Krümmung des Raumes.” Zeitschrift für Physik.
[10] Diels y Kranz, fr.B8.
[11] Diels y Kranz, fr.B8.
[12] Diels y Kranz, fr.B8.
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