Elenchus
José Manuel Treviño ∙ 16 minutos de lectura
1.0 | Introducción
“Puede muy bien suceder, que ni él ni yo sepamos nada de lo que es bello y
de lo que es bueno; pero hay esta diferencia, que él cree saberlo aunque no sepa nada, y yo, no sabiendo nada, creo no saber…”
¿Cómo diferenciar el conocimiento de la creencia? Pues, para encontrar dicha división se emplea el Elenchus o Método Socrático, sin embargo, a las respuestas les persiguen más preguntas, en vista que, aunado a este tipo de interacción, reflejos relacionados con incomodidad o dolor aparecen en alguna de las partes involucradas debido al rechazo de la creencia como conocimiento. Por lo tanto: ¿Es este método esencialmente negativo? Juzgo al cuestionamiento intelectual —y, en este caso el Elenchus como método para tal efecto— neutral en sí mismo, relegando la consecuencia derivada, únicamente como una predisposición emocional mal fundamentada popularmente.
Consecuentemente y, para sostener mi postura, examinaré la La Apología de Sócrates, dado que este diálogo platónico no sólo refiere un notable ejemplo del “Elenchus”, además, Sócrates es condenado a muerte debido a su proceder filosófico. A este fin, la estructura de mi examen es la siguiente: (i)- ¿Qué es?: empezaremos como es debido, entendiendo el método en objeto y estructura. (ii)- El Juicio: aprovecharemos el cargo y defensa de Sócrates como ejemplo del método en ejecución y argumento para demostrar la neutralidad del mismo. (iii)- La Respuesta: valoraremos el sentido del argumento a “La Muerte’’ realizado por Sócrates en torno al final del texto como evidencia adicional (iv)- Contraargumentos: por último, se explorarán otros enfoques “negativos” posibles.
2.0 | Cuerpo
2.1 | ¿Qué es?
“Yo solo sé que no se nada”
La expresión anterior, pese a su aspecto paradójico —si es que ha de considerarse únicamente en un sentido literal → de no “saber nada”, entonces; ¿cómo es posible afirmar que “no se sabe nada” en absoluto?—Permite determinar la estructura del Elenchus.
Primero, al proponerse el diálogo como instrumento del cual se espera alcanzar algún grado de conocimiento superior, la predisposición a dicha interacción no puede incluir la creencia de conocer por completo la materia en discusión, dado que, incluso previo al diálogo, se encuentra implícito en la actitud: “creer poseer un entendimiento superior al del interlocutor”, por lo tanto, la conversación será innecesaria visto que no se obtendrá nada por involucrarse con el otro, sin embargo, si la predisposición al diálogo es el desconocimiento o conocimiento inferior al del interlocutor —“yo solo sé que no se nada”—, en la actitud está implícito que, de la conversación, se obtendrá una perspectiva suficiente para alcanzar algún grado de conocimiento, por lo tanto, la interacción resulta beneficiosa.
Posteriormente, en la conversación —teniendo en mano la predisposición adecuada para ella—, se velará progresivamente por medio del cuestionamiento abierto, el entendimiento, comprensión y sentimiento del interlocutor relacionado a la materia en discusión, por ende, se obtendrá su postura íntegra, de esta forma, se podrá indicar conforme a la lógica formal, si aquello que se toma por conocimiento es una creencia, o un similar, o una grado de entendimiento adecuado.
Considero el efecto y alcance del Elenchus coherente respecto al desarrollo dado, posiblemente esto se deba a la virtud del cuestionamiento no secuenciado y abierto, injertando en sí mismo la adaptabilidad necesaria para el diálogo que tenga por objeto una finalidad intelectual. De ser necesaria una analogía apropiada, podría sugerir lo siguiente: imaginemos agua contaminada, mediante una serie de filtros precisamente colocados es purificada hasta llegar a un recipiente vacío, permitiendo su consumo como resultado. El agua representaría a la conversación en sí, y, la contaminación en ella, fallas argumentativas o lógicas, los filtros son directamente proporcionales a las preguntas abiertas purificando la conversación, resultando en la postura íntegra para su ponderación como el agua limpia para su consumo.
2.1 | El Juicio
Se describe a Sócrates hablar ante el jurado y todos los presentes: Hombres de Atenas, no sé cómo mis acusadores los han afectado, incluso yo casi me olvido de mí mismo al escucharlos, no obstante, tengan por seguro que no se ha dicho nada verdadero. No soy un orador inteligente, a menos que se considere inteligente al orador que dice la verdad. 3 De su propia voz, delante del jurado y de los reunidos para el juicio, su cargo de impiedad se formalizó:
“Sócrates es un impío; por una curiosidad criminal quiere penetrar lo que pasa en los cielos y en la tierra, convierte en buena una mala causa, y enseña a los demás sus doctrinas.”
La mayoría se sorprendió, Sócrates parecía tranquilo incluso ante la situación que tenía por delante, afirmó que sus cargos no eran recientes, se podría decir que crecieron con él, arrastrándolos con su sombra a través de los años, gracias a Querefonte, un amigo cercano, en uno de sus viajes a Delfos, a falta de pudor, preguntó al oráculo si en el mundo existía un hombre más sabio que Sócrates, entonces, la Pythia respondió: no existe ningún otro más sabio que él.
Esto arremetió contra Sócrates y su Daimonion —el Daimonion para Sócrates, es semejante a la intuición para nosotros, eso que evita o incita hacer o decir ciertas cosas—, obligado a replicar la aseveración del oráculo, Sócrates acudió con figuras prominentes en distintos campos, sosteniendo conversaciones, buscando determinar si aquello que se decía sobre él era cierto. Con el tiempo nadie se mostró superior, pero la curiosidad se alzó y, los más jóvenes, observando sin necesidad de dar algo a cambio, aprendieron el Elenchus acudiendo ellos también a otros en altas posiciones para cuestionarlos, eventualmente dejando una gran marca de incomodidad con el nombre de Sócrates. Aclarado el origen de su condena, Sócrates se dirige a Melito, miembro del jurado:
“Sócrates
Melito, dime, ¿ha habido nada que te haya preocupado más que el hacer los
jóvenes lo más virtuosos posible?
Melito
Nada, indudablemente.
Sócrates
Pues bien; di a los jueces cuál será el hombre que mejorará la condición de
los jóvenes (...) puesto que tanto te preocupa esta idea (...)¿No es una
prueba cierta que jamás ha sido objeto de tu cuidado la educación de la
juventud?
Melito
Las leyes.
Sócrates
Melito, no es eso lo que pregunto. Yo te pregunto quién es el hombre; porque es claro que la primera cosa que este hombre debe saber son las leyes.
Melito
Son, Sócrates, los jueces aquí reunidos.
Sócrates
¿Estos jueces son capaces de instruir a los jóvenes y hacerlos mejores?
Melito
Ciertamente.
Sócrates
¿Pero son todos estos jueces, o hay entre ellos unos que pueden y otros que
no pueden.
Melito
Todos pueden.
Sócrates
Pero Melito, todos los que vienen a las asambleas del pueblo, ¿corrompen
igualmente a los jóvenes o son capaces de hacerlos mejores?
Melito
Todos son capaces.
Sócrates
Se sigue de aquí, que todos los atenienses pueden hacer a los jóvenes
mejores, menos yo; sólo yo los corrompo; ¿no es esto lo que dices?
Melito
Lo mismo.”
El cuestionamiento a Melito muestra que no existe tal hombre que, conociendo las consecuencias de ser acusado por corromper a la juventud, haga esto intencionalmente, dado que la ley en Atenas no castiga del mismo modo a aquellos que rompen las leyes por desconocimiento, parte de los cargos son arbitrarios.
Sócrates prosigue, esta vez al cargo de no creer en los dioses del estado,
debido a su constante mención del Daimonion:
“Sócrates
Melito, (...) explícate un poco más (...) ¿Me acusas de enseñar que hay muchos dioses, o si estos dioses no son del Estado?. ¿O bien me acusas que no admito ningún Dios, y enseño a los demás a que no reconozcan ninguno?
Melito
Te acuso de no reconocer a ningún dios.
Sócrates
Respóndeme, Melito. ¿Hay alguno en el mundo que crea que hay cosas humanas y que no hay hombres? (...) ¿Hay alguno que crea en cosas propias de los demonios, y que, sin embargo, crea que no hay demonios?
Melito
No, sin duda.
Sócrates
¡Qué trabajo ha costado arrancar esta confesión! (...) ¿Y estos demonios no estamos convencidos que son dioses o hijos de dioses?
Melito
Si.”
El fragmento es útil como símil para discernir entre la función del Elenchus de la carga emocional/condición que se adopta al “saber” o “creer”. Pese a señalarse una única causa —el método— de un resultado perjudicial, dicho daño tendría que remitir a lo particular y, de la suma de ello, presentarse un malestar extendido, de alguna forma uniforme y medible. Pese a ello, como puede inferirse del diálogo con las múltiples conversaciones que Sócrates mencionó tener, la conducta difiere según la persona. Esto, fuera del diálogo, es comprobable con un ejercicio personal empleando el método en las conversaciones que cualquiera pudiera toparse en su camino o contexto, en consecuencia, una única causa es responsable de un conjunto de derivados más complejo que el solo ser perjudicial. Continuando sobre el orden particular y general, no es posible decir, por el contrario, que el método descarta en su proceder el “saber único de cada individuo”, dado que, desde el lenguaje hasta lo teológico, nada apunta a un particular, más bien, a la unión común de estos y su desarrollo con el tiempo y la aparición de similares en el ámbito cotidiano, inclusive entre personas que no se conocen en absoluto.
Esto nos deja con un tipo de aprehensión por la condición del que “sabe” o “cree saber” similar a la que Melito modela en el juicio respecto a Sócrates —el que “desconoce” o “erra al saber” desde su perspectiva—. Puesto que en esta condición es presente un impulso de seguridad o confianza al decir o actuar dado A el objeto o dada B la situación, empieza a acentuarse una separación asimétrica —necesaria hasta cierto punto para el Elenchus, como se mencionó en su descripción— entre el que “sabe” y “desconoce”. Por lo tanto, al usar el método y ostentarse como erróneo/incoherente la totalidad o parte de lo expresado, la inversión o anulación de asimetría entre las partes involucradas causa un rechazo emocional, pero que no es propio del método, más bien, del que adopta el saber como muleta para sostener su autoridad.
2.3 | La Respuesta
En búsqueda de evidencia adicional, revisaré el argumento a “La Muerte” desarrollado hacia el final del texto. Sócrates recibió el veredicto sin sorpresa alguna, ya esperaba esta decisión. Sin arrepentimiento menciona que su Daimonion permaneció en silencio durante el juicio, dándole la certeza que su orgullo se encuentra intacto al no haber abandonado todo aquello que aprendió en su vida, al no recurrir a las súplicas de sus familiares como defensa y no haber hecho daño intencionalmente o a pesar de él mismo. Dirigiéndose al jurado, advierte que matarlo no solucionará nada, más personas incluso superiores a él los perseguirán y a sus semejantes para cuestionarlos.
Dirigiéndose a los demás, Sócrates menciona que a su mente acuden dos imaginarios de la muerte: i) Una larga noche, privada de todo sentimiento y descanso imperturbable. ii) Un lugar donde todos se reúnen, dándole la oportunidad de conversar con grandes héroes al igual que en vida. Sin embargo, reconoce que incluso si sus imaginaciones resultan ciertas, es imposible determinar quién lleva la mejor suerte; aquellos que caminan fuera del juicio para continuar con sus vidas o él que camina tranquilo hacia su muerte.
De acuerdo con Mateus B. R. En la clase “Sócrates, El Vagabundo" donde se estudia “La Apología de Sócrates"; lo siguiente puede tomarse como una formalización del argumento:
P1.- Nadie conoce lo que sucede al morir
P2.- Afirmar que conocemos algo desconociendo dicho algo es ignorancia
∴ Afirmar que al morir, aquello que sucede es bueno o malo, es ignorancia.
Asociado al valor epistemológico del argumento, considero que este fragmento, de manera similar, contiene valor para la postura de este ensayo. La falta explícita de alusión de lo emocional en el argumento, incluyendo la afirmación epistémica, sugiere que el proceso lógico de Sócrates, aísla el resultado del diálogo intelectual de una reacción emocional, determinando que no son causa o consecuencia del otro, más bien, la emocionalidad aparenta ser una predisposición ante el desconocimiento, comprobando la neutralidad del Elenchus.
2.4 | Contraargumentos
i) Intencionalidad
Gracias al énfasis construido en la extensión del texto respecto a la predisposición emocional adversa, es posible considerar el hecho que el Elenchus pueda utilizarse con la intención de conseguir este tipo de reacciones para acertar una especie de dominio “intelectual” sobre otros.
En cuanto a esto, me resulta imposible negar dicha posibilidad, pero, es posible sugerir que el propio método es útil para escapar de su uso dañino. Es adecuado enunciar que la falta de práctica del cuestionamiento y diálogo intelectual en el ámbito cotidiano condiciona esta vulnerabilidad, por lo tanto, una medida adecuada sea el descategorizar el desconocimiento como algo vergonzoso, si no, como algo previsto en cualquiera, injertando la práctica regular de métodos como el Elenchus para construir conocimiento de forma saludable. Por otro lado, ¿Qué sucede con?:
ii) La Verdad Individual
Con sinceridad, juzgo esta una forma popular de argumentar todo lo expuesto como errado en mi examen, a pesar de ello, es conveniente puntualizar como la libre interpretación de términos como: energía, metafísica, psique, cuerpo, ego, entre otros. Todas, importante mencionar también, percibidas de disciplinas y pseudo ciencias distintas, son utilizadas para construir una especie de respuesta a la vida según la experiencia subjetiva.
Obviando la complejidad lógica que representa utilizar conceptos dependientes de estructuras que podrían desestimarse entre sí y, encuentro interesante lo paradójico que representa el hecho tal donde cada individuo sea capaz de definir conceptos a conveniencia y sin más argumento o prueba que su experiencia subjetiva, relegando el conocimiento a un segundo plano abstracto, del cual es mejor no profundizar debido a la grave ofensa de negar al otro. Esto nos abandona con una pregunta incluso más compleja que las previstas por “yo solo sé que no sé nada”: ¿si todos saben todo, pero el todo es distinto para todos, es posible asegurar que alguien sabe algo o llegar a saber algo?
3.0 | Conclusión
El estigma emocional asociado al desconocimiento y al ser evidenciado en ignorancia parece ser un fruto con raíces profundas en la creencia popular, esto es realmente perjudicial considerando el beneficio que el Elenchus ofrece a la vida cotidiana como instrumento subversivo para la retórica malintencionada y, en entornos profesionales —sobre todo corporativos y arte/estéticos— se muestra no solo como una aptitud útil, más bien, en extremo necesaria.
4.0 | Bibliografía
(1871). Apología de Sócrates. En P. de Azcárate, Obras completas de Platón
(págs. 49-86). Madrid: Eutifrón.
