Ética para el siglo XXI
Abel Sánchez ∙ 12 min de lectura
Los tipos de ética normativa (de la virtud, deontología y consecuencialismo) preservan el “business as usual”: la continuación hacia el futuro de la visión antropocéntrica del capitalismo extractivo que ha acelerado la extinción de los organismos vivos del planeta. Lo que necesitamos imaginar es cómo apoyar estas éticas en el altruismo, para que podamos acercarnos a la interdependencia; reconocernos y ayudarnos unos con otros (humanos y no-humanos) en el contexto de la crisis planetaria.
Para justificar esta idea el presente ensayo (dividido en dos partes) busca hacer un repaso a aquellas moralidades de la teoría de la ética normativa (EN) que tienen una especial importancia en la visión antropocéntrica. En la parte 1, empezaremos con el análisis de un caso afín a la ética kantiana del presente siglo, ofreciendo argumentos sobre porque el consecuencialismo es la mejor aproximación de la EN ante la crisis planetaria. En la parte 2 se abordarán las cuestiones psicológicas del egoísmo y el altruismo éticos, como partes de la escuela consecuencialista y utilitarista; y, como conclusión de ambas partes, nos centraremos en la interdependencia hacia la esperanza de una ética altruista antiespecista, digna de heredar a las generaciones futuras, que ayude a disminuir el egoísmo antropocéntrico del presente.
El siguiente escrito corresponde a la parte 1.
1. Moralidades de la Ética Normativa (EN) en el marco de la crisis planetaria.
La situación planetaria actual enmarca concretamente la actividad humana, las acciones de las personas y su relación con los otros. Siendo limitadas cognoscible y exclusivamente por su condición de agencia moral, abrumadoramente nos recalca el problema epistemológico y ontológico del antropoceno. No se trata de “excepcionalismo humano”, sino que simplemente no podemos suspender nuestra condición. Entonces, conscientes de que, como especie, son nuestras acciones sobre la naturaleza las causantes de la crisis planetaria, es que recurriremos a la EN que “asume una tarea más práctica, que consiste en llegar a normas morales que regulen la conducta correcta e incorrecta. Esto puede implicar la articulación de los buenos hábitos que debemos adquirir, los deberes que debemos seguir o las consecuencias de nuestro comportamiento sobre los demás (IEP, 2010).” Y aquí, con “demás” las especies no humanas también van a bordo del barco.
La situación planetaria actual enmarca concretamente la actividad humana, las acciones de las personas y su relación con los otros. Siendo limitadas cognoscible y exclusivamente por su condición de agencia moral, abrumadoramente nos recalca el problema epistemológico y ontológico del antropoceno. No se trata de “excepcionalismo humano”, sino que simplemente no podemos suspender nuestra condición. Entonces, conscientes de que, como especie, son nuestras acciones sobre la naturaleza las causantes de la crisis planetaria, es que recurriremos a la EN que “asume una tarea más práctica, que consiste en llegar a normas morales que regulen la conducta correcta e incorrecta. Esto puede implicar la articulación de los buenos hábitos que debemos adquirir, los deberes que debemos seguir o las consecuencias de nuestro comportamiento sobre los demás (IEP, 2010).” Y aquí, con “demás” las especies no-humanas también van a bordo del barco.
Ahora, las escuelas o tipos de la EN son: “el que enfatiza las virtudes, o el carácter moral (de la virtud), en contraste con el enfoque que enfatiza los deberes o reglas (deontología) o que enfatiza las consecuencias de las acciones (consecuencialismo)” (Athanassoulis, 2010). En la inquietud de saber cuál es el accionar correcto que guíe cómo debemos comportarnos, la ética de la virtud se preocupa por qué clase de persona debemos ser para vivir una buena vida, en el concepto aristotélico de Eudaimonía. “Donde la deontología (ética kantiana) y el consecuencialismo se ocupan de la acción correcta, la ética de la virtud se ocupa de la buena vida y qué tipo de personas debemos ser” (Athanassoulis, 2010).
¿Por qué el consecuencialismo es un buen camino? A continuación, se ofrecen cuatro argumentos a favor de esta ética como la mejor aproximación de la EN para disminuir la alteración de los límites planetarios, principalmente el cambio climático y la disminución de la biodiversidad.
1.1. El paradigma tecnológico actual es kantiano y, por ende, antropocéntrico.
Las disciplinas tecnológicas controladas por corporaciones y gobiernos que buscan maximizar las ganancias a costa de las personas y los ecosistemas, suscritos a la escuela kantiana (deontología o teoría del deber: hazlo porque es correcto, invariablemente de que produzca consecuencias positivas o no), contribuyen fundamentalmente a la crisis planetaria, porque al ser sus objetivos principalmente extractivos en su concepción infinita de crecimiento económico, no sopesan lo suficiente las implicaciones culturales, sociales y políticas de la creación y uso de sus productos en el planeta. “La clase obrera es usada como herramienta para construir el mismo sistema que les está destruyendo” (Fridays For Future, 2022), generando conflictos de desigualdad, colonialismo y opresión de seres humanos contra otros seres humanos y sí, también no-humanos.
En cambio, para los consecuencialistas, “la virtud no es valiosa en sí misma, sino valiosa por las buenas consecuencias que tiende a producir. Debemos cultivar disposiciones virtuosas porque tales disposiciones tenderán a maximizar la utilidad” (Athanassoulis, 2010). Esta postura se dibuja coherente ante la discusión del antropoceno. Llegar a ese estado a por las consecuencias de nuestras acciones, hacia un bien común con las demás personas y especies.
1.2. Implicaciones de la ética no-consecuencialista del tecnocapitalismo.
Kant (pre impulsor del antropocentrismo con la Ilustración, [lo trataremos en la parte 2]) decía que las acciones morales deben estar basadas en el deber, sin ningún tipo de evaluación. Los deontológicos se centran en lo que la gente hace, mientras que los consecuencialistas en el resultado de sus acciones. “Estos últimos sostienen que las elecciones (actos y/o intenciones) deben evaluarse moralmente únicamente por los estados de cosas que provocan. En ese sentido, Kant es no-consecuencialista porque una acción no se puede justificar porque produjo consecuencias positivas” (Alexander, 2016).
Como en el caso de los algoritmos y las consecuencias políticas y culturales que produce. A propósito de un creador de algoritmos que explicaba por qué y cómo ganó mucho dinero haciendo algoritmos para Facebook cada vez más efectivos, Julian Bleecker señala: “Parecía representar (hablando de los ingenieros, investigadores de experiencia de usuario y diseñadores de productos) que su paga era por su perspicacia para atender al Algoritmo sin siquiera considerar de pasada que tal vez fueron recompensados financieramente porque su trabajo hizo que más personas quedaran atrapadas en las frenéticas maquinaciones del Algoritmo” (Bleecker, 2021).
El problema no es que a estos trabajadores se les pague una gran cantidad de dinero para que los algoritmos cada vez sean más efectivos, si no la escasa consideración de las implicaciones de su trabajo. Recordemos que las mediciones de rasgos de personalidad, y correlaciones profundas de intereses de las personas en Facebook, condujeron a direccionar el rumbo político de EUA en las elecciones presidenciales de 2017.
De entrada, la tecnología no es neutral. Tiene un propósito per se. La ética de un especialista de estas disciplinas no puede escudarse en un sentido kantiano, no-consecuencialista, diciendo que: lo contrataron para eso, lo hizo y listo. Que solo cumplió con su trabajo, y es un trabajo honesto. Que de las implicaciones que su trabajo genere él está exento. Como el contador del narcotraficante o el acusado nazi justificando sus crímenes argumentando que simplemente seguían órdenes. Qué solo hicieron su trabajo. El impacto en el mundo de los algoritmos, así como el de las aplicaciones y plataformas sociales es enorme, y como podemos anticipar, no siempre es positivo. Ya nos dimos cuenta de que estas prácticas capitalistas de explotación y extracción no son sostenibles, como lo encapsula Anab Jain en su texto Llamado a una política más que humana:
“Quiénes somos, cómo actuamos, en qué nos reunimos, nuestra agencia colectiva, nuestro futuro esperanzador; todos están profundamente enredados con historias desordenadas de capitalismo extractivo, que exacerban las tragedias del colonialismo, la injusticia racial, la desigualdad social y la apatía climática. Tecnologías ambientales actuales: ingeribles, vestibles, integrables; hogares inteligentes y vigilancia entre pares; Internet de las cosas (IoT) e IoT industrial; 5G; ciudades inteligentes; El reconocimiento facial, los drones pandémicos que controlan la temperatura y las imágenes satelitales se basan en tales historias de explotación, lo que amplifica aún más la desigualdad y la injusticia” (Jain, 2020).
1.3. La complejidad del antropoceno supera al imperativo categórico.
Volviendo a Kant, sus ideas de la moralidad están consolidadas en su concepto del Imperativo categórico. Que, basados en la Enciclopedia de Filosofía de Stanford lo resumimos como sigue: un sistema centrado en la razón y en la libertad, capaz de brindar una fórmula de evaluar las acciones morales y de emitir juicios morales. Para que una ley moral se cumpla ésta debe ser universal, imparcial y racional. Así como también tratar a los demás no como un medio sino como un fin en sí mismos, porque todas las personas también tienen razón y libertad, por lo tanto nunca deben tratarse como medios para los propios fines. No es una orden en el sentido de realizar acciones específicas, sino que es simplemente un procedimiento formal para evaluar cualquier acción que puede ser moralmente relevante.
Retomemos el ejemplo de los algoritmos: “Los beneficiarios del Algoritmo tendrían que dejar de hacer lo que están haciendo, reorganizarse como B-Corp, concentrar todos sus recursos en detener la propagación del odio, y también reenfocar a todos esos ingenieros inteligentes y brillantes diseñadores de UX y ‘producto’ par a no hacer nada más que trabajar en algoritmos para mitigar el desastre climático y descubrir cómo manejar la inequidad económica y la reforma democrática o algo con una base ética justa y luego, tal vez, haya una historia de redención” (Bleecker, 2020).
Sin embargo, la moralidad de los algoritmos no cumple con el imperativo categórico. ¿Es racional? Evidentemente sí, porque sus fines, aunque oscuros, están bien definidos: la manipulación hacia acciones de compra y la influencia en las acciones en beneficio de una determinada ideología política. Pero no son universales ni imparciales porque no son beneficiosos para todos y lo más perverso, tratan a los individuos como un medio y no como un fin en sí mismos.
1.4. Consecuencialismo para la crisis planetaria.
La deontología no es una buena aproximación en el antropoceno. Su problema no es que se centre en lo individual sino su estatus especista. Porque al priorizar la epistemología sobre la ontología, si queremos preservar la vida de los organismos vivos de la tierra, el acceso al mundo queda exclusivamente para los de condición cognitiva, los del uso de razón, sí, los humanos. En contraste con el consecuencialismo que sí supone una brújula potente de cómo debemos comportarnos en el hoy porque: “la acción moralmente correcta es la que tiene las mejores consecuencias generales” (Haines, 2010). Desde una posición utilitarista, altruista y plural. Porque “lo que hace que una moralidad sea verdadera o justificable es su contribución positiva a los seres humanos (y quizás no humanos)” (Nathanson, 2014).
Desde la decisiva visión antropocéntrica, salvo muy mínimas excepciones, los derechos de las demás especies no se consideran. Desafortunadamente, antes de eso, en los siguientes niveles concéntricos a nuestra especie hay asuntos mucho más complejos que los algoritmos, como la colonización. La idea de que los humanos pueden categorizarse por raza, siendo unas superiores a otras más de acuerdo a su nivel de progreso humano, claro, siempre desde la perspectiva eurocéntrica, permitiendo que las supuestas razas superiores pueden esclavizar y explotar a las otras. “El progreso humano fue visto como algo gradual, un aumento continuo de la racionalidad, con el pensamiento científico (europeo) reemplazando el mundo de los sistemas de creencias y mitos” (Chatterjee, 2021). O el problema de la hegemonía heteropatriarcal, donde Arturo Escobar nos recuerda: “La crisis actual es una crisis de los modos de habitar heteropatriarcales, coloniales y capitalistas occidentales que han erosionado el modo de vida sistémico basado en la interdependencia radical” (Escobar, 2018). Y, ahora sí, llegando más allá del umbral antropocéntrico, el no reconocimiento de los derechos, libertades de los cuerpos y territorios de los otros organismos vivos, vinculados al argumento de personalidad ambiental de Christopher Stone: “Si la condición de persona se extendiera al mundo natural, los remedios para los daños contra el mundo natural podrían buscarse no sólo por los humanos afectados por esos daños, sino también en nombre de la naturaleza misma” (Lepore, 2021).
Para mitigar el calentamiento global y la pérdida de biodiversidad, hay ejemplos de animales e incluso lagos con derechos o cercanos a ser reconocidos como personas. Un gran ejemplo a reflexionar fuera de los simios o los delfines (los animales no-humanos más inteligentes) es el de los elefantes: “Como agentes morales, los elefantes son mejores que los humanos. […] Viven en familias; protegen a sus crías; lloran a sus muertos; no comen otros animales y no los enjaulan, aíslan ni torturan. Los elefantes parecen poseer una teoría de la mente: parecen entenderse a sí mismos como individuos, con pensamientos que difieren de los pensamientos de otras criaturas. Sufren y comprenden el sufrimiento” (Lepore, 2021).
2. Conclusión.
Dadas las implicaciones de la crisis, la concepción de lo que consideramos persona está empezando a ser ampliado más allá de lo humano, “una vida, un voto” (Carrillo, 2021). En una posible continuación del consecuencialismo y en relación al antiespecismo, como una nueva corriente ética encontramos las ontologías planas, la idea de que no solo los sujetos sino también los objetos (lagos, montañas, máquinas) sean poseedores de la misma condición ontológica. “Más allá del de, por y con el otro, no sólo personas, sino también considerando al río, a la roca, a la bacteria o al árbol… para reflexionar, reestructurar, redefinir y adaptar cómo se puede explicar nuestra posición como seres humanos en el mundo, desde lo social hasta lo económico” (García, 2021).
¿Qué supone todo esto? Que la relación entre humanos, animales, el mundo natural, y sí, también la tecnología, debe ser dialogada y repensada en clave altruista si queremos consecuencias positivas para asegurar el futuro de las vidas en la tierra.
Bibliografía
Alexander, Larry and Moore, Michael (2016) Deontological Ethics — Stanford Encyclopedia of Philosophy. https://plato.stanford.edu/archives/fall2020/entries/ethics-deontological/#DeoFoiCon
Athanassoulis, Nafsika (2010) Virtue Ethics — Internet Encyclopedia of Philosophy. https://iep.utm.edu/virtue
Autor desconocido (Fecha desconocida) Ethics — Internet Encyclopedia of Philosophy. https://iep.utm.edu/ethics/
Bleecker, Julian (2021) The Algorithm’s Bird Box Moment — Near Future Laboratory. https://buttondown.email/designfiction/archive/the-algorithms-bird-box-moment/
Brassier, Ray (2018) Desnivelación: contra las “ontologías planas” — Revista Reflexiones marginales. https://revista.reflexionesmarginales.com/desnivelacion-contra-las-ontologias-planas/
Carrillo, Francisco (2021) Extraños extranjeros — Presentación de la clase 5 del curso El ABC del Antropoceno, Mindshop Cafe.
Chatterjee, Sria (2021) The Long Shadow Of Colonial Science — Noema Magazine. https://www.noemamag.com/the-long-shadow-of-colonial-science/
Escobar, Arturo (2018) Habitabilidad y Diseño: La Interdependencia Radical y la Terraformatividad de las Ciudades — Dialnet. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7541671
García Meza, Carlos Jesus (2021) Discusión en el chat del grupo El Antropoceno, Mindshop Cafe.
Haines, William (2010) Consequentialism — Internet Encyclopedia of Philosophy. https://iep.utm.edu/conseque/
Jain, Anab (2020) Calling for a More-Than-Human Politics. https://medium.com/@anabjain/calling-for-a-more-than-human-politics-f558b57983e6
Lepore, Jill (2021) The Elephant Who Could Be a Person — The Atlantic. https://www.theatlantic.com/ideas/archive/2021/11/happy-elephant-bronx-zoo-nhrp-lawsuit/620672/
March 25 — Fridays For Future. https://fridaysforfuture.org/march25/
Nathanson, Stephen (2014) Act and Rule Utilitarianism — Stanford Encyclopedia of Philosophy. https://iep.utm.edu/util-a-r/
Rohlf, Michael (2020) Immanuel Kant — Stanford Encyclopedia of Philosophy. https://plato.stanford.edu/archives/fall2020/entries/kant/#CatImp
Contacta al autor: abelsanchez390@gmail.com
2 Comments
Es un buen ensayo y me ha brindado algunas buenas herramientas y referencias de como repensar mi relación con el entorno. Críticamente agregaría que: lo más perverso, no es que las redes o las grandes corporaciones nos usen no solo como un medio, sino también como un fin, solo que ese fin no tiene nada que ver con nosotros mismos.
No sé si tenga sentido esto que dije, estoy acercándome al mundo de la filosofía y este ensayo ha sido de los primeros que leo. Gracias por el aporte de esta red de conocimiento.
Gracias por leerlo, Miguel. Me alegra escuchar que ayudó a repensar tu relación con tu entorno. La idea en parte es eso, conocer las prácticas y consecuencias de las redes sociales para problematizar su poder e impacto en la sociedad. Pensando y actuando críticamente en torno a ellas, uno que las usa, quizá ya no se sea solo un fin, como comentas, sino un medio con el cual indagar, denunciar y transformar. ¡Bienvenido y mucho éxito en tus proyectos!