Sobre la estética cotidiana como contraposición a la visión parroquial del arte
Emmanuelle Aguilar Sánchez∙ 10 minutos de lectura
La estética cotidiana cuestiona la visión parroquial del arte al considerarla como una forma estrecha de ver el mundo estético, pues enfrasca los objetos artísticos y no da cuenta de las experiencias estéticas cotidianas. Considero que la estética cotidiana, propuesta por Yuriko Saito, cuestiona de manera correcta, y con buenos argumentos, la visión parroquial del arte, la cual ha sido la forma tradicional de ver el mundo estético.
Para el presente ensayo (i) doy una explicación de los conceptos de visión parroquial y estética cotidiana; (ii) desarrollo cómo la estética cotidiana de Yuriko Saito cuestiona dicha visión parroquial (iii) argumento a favor de esta postura; (iv) doy un contraargumento basado en la estética de Kant; finalmente, (v) presento mi opinión sobre las debilidades de dicho contraargumento.
Visión parroquial del arte y estética cotidiana (i)
Yuriko Saito define la visión parroquial como un punto de vista “propio de las teorías estéticas modernas, que presupone el mundo del arte institucionalizado y determinadas condiciones culturales y económicas”[1]. Esta representa la visión tradicional del mundo estético, donde lo único que es digno de análisis es lo que se encuentra en los objetos artísticos. Al ser una concepción institucionalizada del arte, “suele limitarse a ocasiones especialmente reservadas para ello, aunque no todos tenemos acceso o conocimiento del mundo del arte”[2]. Un ejemplo de esto sería la visita a museos o galerías de arte, que son espacios diseñados para apreciar únicamente obras de arte. Esta perspectiva lo que hace es delimitar la obra de arte, pues “en general, un objeto artístico se nos presenta más o menos con un marco determinado”[3]. Una pintura está delimitada por los elementos visuales que están dentro de su marco, un concierto está limitado por la partitura que tocan los músicos, una novela no puede salir de las páginas de su libro. En esta visión, el objeto de arte es enfrascado a la hora de realizar su análisis.
En el caso del concepto de la estética cotidiana se puede dividir en dos partes: en estética y en cotidiana. En este contexto, la estética se refiere a “las sensaciones del cuerpo. Estas pueden ser percibidas al recibir estimulaciones sensoriales [...]. Pueden también resultar de actividades corporales [...]”[4]. En otras palabras, lo estético se refiere a todo aquello relativo a la percepción sensorial. Ejemplos de esto pueden ir desde el olor a pasteles recién ordenados o el sabor del sushi, hasta actividades físicas como correr o cortar vegetales para preparar una ensalada.
La parte cotidiana puede ser un poco ambiciosa de definir, puesto que lo cotidiano para una persona, por ejemplo, un agricultor, puede no ser lo mismo para otra persona, dígase un oficinista que trabaja en la ciudad; lo que es cotidiano para uno puede resultar extraordinario para el otro. Sin embargo, Yuriko Saito la define como las “experiencias que son generalmente consideradas como ordinarias, comunes y de rutina”[5]. Esta definición trata de abarcar la gran cantidad de elementos que definen nuestra vida cotidiana, como ocupaciones, estilos de vida o entornos, sin perder esa parte rutinaria que los hace parte de nuestro día a día. Estos elementos que conforman nuestra estética cotidiana pueden ser llamados objetos no artísticos.
Estética cotidiana ante la visión parroquial del arte (ii)
Yuriko Saito empieza por cuestionar la visión parroquial del arte al considerarla una visión muy estrecha, que deja de lado mucho de lo que percibimos en nuestro día a día. En este sentido, la estética cotidiana viene a “arrojar luz sobre aquellos aspectos de nuestra vida que normalmente se descuidan o ignoran porque quedan eclipsados por las experiencias estéticas destacadas que a menudo tenemos con las obras de arte y la naturaleza”[6]. De esta manera, se reconoce que “nuestra estética cotidiana no nos llega en un paquete perfectamente empaquetado, formado exclusivamente por cualidades que recibimos a través de los sentidos superiores de la visión y el oído como espectadores no implicados”[7]. Por ejemplo, al estar frente a una pintura, la visión parroquial no puede dar cuenta de aspectos como el olor del óleo, la relación del cuadro con el resto del lugar o el ruido que se escucha en el salón.
La estética cotidiana invita a romper el frasco en el que tradicionalmente se encierran las obras de arte. Al considerar como parte de nuestra experiencia estética a los objetos del día a día, la visión parroquial, al querer encerrar nuestra experiencia en un marco determinado, constituye una limitante, pues no permite analizar dichos objetos en el entorno en el que normalmente interactuamos con ellos. Yuriko propone que “la ausencia de convenciones equivalentes hace que un objeto no artístico no tenga marco, convirtiéndonos en creadores de su objeto estético”[8]. Cada uno puede usar su imaginación para construir su experiencia estética conforme a los objetos y situaciones que lo rodean en un momento determinado.
A favor de la estética cotidiana (iii)
Considero que el cuestionamiento que realiza Yuriko Saito a la visión parroquial es válido y coherente por los siguientes motivos: abraza la gran cantidad de estímulos sensoriales que nos rodean a la hora de apreciar una obra de arte y libera la experiencia estética de un marco determinado. A continuación, desarrollaré los puntos antes mencionados.
Pienso que como seres dotados de cuerpos que perciben gran cantidad de cosas que somos, rechazar o ignorar la gran cantidad de estímulos que reciben nuestros sentidos es muy complicado. Estímulos externos pueden alterar nuestra percepción de distintos objetos, ya sea para bien o para mal. Por ejemplo, si a la hora de estar observando una pintura o una escultura estamos expuestos a un ambiente poco adecuado, dígase un ruido extenuante o un calor abrasador, no vamos a poder apreciar cada uno de los detalles de dichas obras, o al menos, será mucho más difícil; por el contrario, un ambiente relajado y ameno puede hacer que apreciemos mejor las obras de arte, incluso encontrando detalles que antes no habíamos notado. Así, pienso que la estética cotidiana reconoce el papel importante que juegan los diversos aspectos ajenos a una obra de arte al momento de apreciarla, por lo que rompe la visión parroquial donde dicha obra está aislada en un marco determinado.
Complementado por el punto anterior, el romper el marco que delimita los objetos artísticos en la visión cotidiana constituye una liberación y expansión de la experiencia estética, al incluir todas aquellas cosas que la visión parroquial deja de lado por no ser consideradas artísticas. No necesitamos estar dentro de museos, frente a obras de arte extraordinarias, para vivir experiencias estéticas. Si los estímulos sensoriales juegan un papel importante, entonces cada quien puede utilizar su imaginación para crear su propia experiencia estética. Por ello, las actividades más simples pueden constituir experiencias emocionantes y gratificantes. Un ejemplo de esto es la experiencia estética que se puede formar mediante el término japonés komorebi que denota “el brillo de la luz y las sombras que crean las hojas que se mecen con el viento”[9].
El observar el komorebi en el bosque, mientras realizamos una caminata diaria, y la brisa del viento sopla y resuena contra los árboles, constituye una experiencia que prácticamente cualquiera puede experimentar y apreciar, sin necesidad de tener grandes conocimientos para entenderlo o ingresos económicos para poder acceder a esta. Y no solo el komorebi, sino que prácticamente cualquier experiencia de nuestra vida cotidiana puede ser apreciada de manera similar. Cada quien puede darle el significado que quiera y compartirla con los demás, lo cual enriquece aún más nuestras experiencias al poder conocer otras perspectivas distintas. Además de esto, la familiaridad, seguridad y bienestar que tenemos con los objetos de nuestro día a día constituye un aspecto que puede añadir distintos matices a nuestra experiencia estética.
Pienso que al juntar todas las sensaciones que experimentamos en un momento determinado podemos crear algo nuevo, que no es irreductible a sus partes. La visión parroquial no podría dar cuenta de estas experiencias multisensoriales porque si se trata de enfrascar o delimitar cada una de sus partes para analizarlas por separado, se puede perder la perspectiva del conjunto, lo cual limita completamente la experiencia que se puede vivir.
Contraargumento (iv)
Un posible contraargumento a la liberación de la visión parroquial es la distinción que realiza Kant entre los juicios de belleza y los juicios de lo agradable. Los juicios de belleza “se basan en sentimientos, en particular en sentimientos de placer [...]. El placer, sin embargo, es de un tipo distintivo: es desinteresado, lo que significa que no depende de que el sujeto desee el objeto ni genera dicho deseo”[10]. Los juicios de lo agradable, en cambio, “son el tipo de juicio que se expresa simplemente diciendo que a uno le gusta algo o lo encuentra agradable (por ejemplo, comida o bebida)”[11]. Para poder realizar un correcto juicio de belleza, debemos tener una perspectiva contemplativa del objeto en cuestión. Estos juicios sobre la belleza pueden ser o no ser puros. Un juicio de belleza no es puro cuando “pueden estar influenciados por el atractivo sensorial o emocional del objeto, es decir, pueden implicar encanto o emoción”[12]. Con esta distinción de juicios, Kant realiza una separación entre los objetos que pueden ser bellos y los que no, delimitando lo que puede calificar como bello. Además, para poder realizar un juicio “puro” sobre esta belleza, tenemos que evitar ser influenciados por estímulos sensoriales externos al objeto, y no tener ningún sentimiento de apego hacia el mismo.
Interpretación de los contraargumentos (v)
La visión de Kant, en mi opinión, cuenta como un argumento en el sentido parroquial, pues delimita y enfrasca la belleza a un marco específico, centrado en la contemplación y el desinterés, donde únicamente se toma en cuenta este aspecto. Pienso que su estética del desinterés deja de lado muchos aspectos de la experiencia estética que son relevantes al realizar juicios sobre objetos; no somos espectadores pasivos, tenemos, al menos en parte, un papel activo en la forma en la que realizamos juicios estéticos. Los juicios sobre lo agradable se centran mayormente en los objetos de nuestra vida cotidiana, pero por no ser desinteresados, son colocados en segundo plano, perdiendo así una gran perspectiva de lo que la estética puede significar en nuestro día a día.
Por otro lado, pienso que llegar a un nivel completo de desinterés por un cierto objeto es muy complicado, pues si no tuviéramos interés en él nunca intentaríamos analizarlo y comprenderlo en primer lugar. El hecho de necesitar despersonalizarse y alejarse para poder realizar un juicio “puro” implica el negar la relación de familiaridad o bienestar que podemos tener con cierto objeto, el cual puede parecernos bello debido a estos aspectos; es como negarse a uno mismo en relación con el mundo que nos rodea. La estética cotidiana, por otro lado, se centra principalmente en estos aspectos, abrazando la relación que tenemos con los elementos estéticos que conforman nuestra vida.
Finalmente, pienso que, si bien en cierto sentido el argumento de Kant tiene aspectos contrarios a la estética cotidiana, tiene también matices que pueden unir ambos puntos; pienso que el mayor de ellos tiene que ver con la contemplación. Si bien Kant lleva esta contemplación a niveles absolutos, pienso que en la estética cotidiana es una actitud que, aunque en una menor medida, es necesaria para poder apreciar lo estético en los objetos diarios. La familiaridad es un componente importante en la estética cotidiana, sin embargo, una familiaridad cerrada conduce a una rutina en la que no somos capaces de ver lo estético de nuestra vida; una cierta contemplación, sin perder completamente la relación que tenemos con los objetos, es necesaria para poder apreciar los matices estéticos de nuestra vida.
Conclusión
La visión parroquial en la estética presenta una forma muy estrecha de acercarnos al arte. La estética cotidiana no solamente expande dicha visión, sino que nos recuerda que muchos aspectos de nuestra vida están llenos de cualidades estéticas que podemos analizar. Es importante que reflexionemos sobre el rol que tienen dichas cualidades estéticas en nuestra vida, de lo contrario podríamos ser sujetos de influencias externas sin ser conscientes de ello. De la misma manera, estar atentos a las cualidades estéticas de nuestro entorno cotidiano nos puede ayudar a apreciar y enriquecer nuestra vida; no solo las experiencias extraordinarias hacen que nuestra vida sea emocionante, sino que los pequeños detalles pueden hacer una gran diferencia. Cultivar una actitud de apreciación a las cualidades de nuestro día a día no solamente puede ayudarnos a llevar una mejor vida, sino que también puede ayudarnos a construir un mundo mejor.
Notas
[1] Saito, Yuriko. "Everyday Aesthetics." Philosophy and Literature 25, no. 1 (2001), 88. https://dx.doi.org/10.1353/phl.2001.0018.
[2] Saito, “Everyday Aesthetics.”, 89.
[3] Saito, “Everyday Aesthetics.”, 90.
[4] Yuriko Saito, “Aesthetics of the Everyday”, Stanford Encyclopedia of Philosophy (Edición Invierno 2024), https://plato.stanford.edu/entries/aesthetics-of-everyday/. La traducción es mía.
[5] Yuriko Saito, “Aesthetics of the Everyday”. La traducción es mía.
[6] Yuriko Saito, “Aesthetics of the Everyday”. La traducción es mía.
[7] Saito, “Everyday Aesthetics.”, 90.
[8] Saito, “Everyday Aesthetics.”, 90.
[9] Perfect Days, directed by Wim Wenders (Master Mind Limited, 2023), 2:04:14, https://www.netflix.com/cr-en/title/81716892. La traducción es mía.
[10] Hannah Ginsborg, “Kant’s Aesthetics and Teleology”, Stanford Encyclopedia of Philosophy (Edición Otoño 2022), https://plato.stanford.edu/archives/fall2022/entries/kant-aesthetics/. La traducción es mía.
[11] Hannah Ginsborg, “Kant’s Aesthetics and Teleology”. La traducción es mía.
[12] Hannah Ginsborg, “Kant’s Aesthetics and Teleology”. La traducción es mía.
Bibliografía
Ginsborg, Hannah. “Kant’s Aesthetics and Teleology”. The Stanford Encyclopedia of Philosophy. Edición Otoño 2022. https://plato.stanford.edu/archives/fall2022/entries/kant-aesthetics/
Saito, Yuriko. "Aesthetics of the Everyday". The Stanford Encyclopedia of Philosophy. Edición Invierno 2024. https://plato.stanford.edu/entries/aesthetics-of-everyday/
Saito, Yuriko. "Everyday Aesthetics." Philosophy and Literature 25, no. 1 (2001): 87-95. https://dx.doi.org/10.1353/phl.2001.0018.
Wenders Wim, director. Perfect Days. Master Mind Limited, 2023. 2 hr., 5 min. https://www.netflix.com/cr-en/title/81716892
