¿LA ÉTICA DE LA VIRTUD ES VIABLE HOY EN DIA?
Fabrizio Quezada ∙ 8 min de lectura
Introducción:
La ética de la virtud es una filosofía que desarrolló Aristóteles y otros grandes filósofos griegos. Tiene que ver con la búsqueda de vivir una vida moral.
Explicación:
La ética de la virtud tiene sus principios en los planteamientos aristotélicos y se enfoca en el carácter moral de la persona; las decisiones, acciones e intenciones del sujeto evidencian un conjunto de cualidades o virtudes que le son propias. Desde la pregunta por la vida buena y la felicidad se explora la manera en que un individuo/persona podría alcanzarlas, planteando como elemento clave lograrlo el desarrollo de la prudencia por parte de cada quién.
La vida buena o la buena vida
La pregunta por la vida buena no se puede resolver pensando con las personas de manera aislada. Antes bien, ha de saber teniendo como trasfondo los múltiples tipos de interacción que se dan al interior de las comunidades políticas o sociales. En tanto que, en las sociedades contemporáneas, liberales y democráticas, hemos asumido un fuerte compromiso con el pluralismo, a fin de evitar los peligros de las visiones homogenizantes y totalitarias en la construcción de nación y mundo, mi pregunta por lo que constituye una buena vida, se transforma en el interrogante por cómo vivir bien al interior de sociedades donde somos diferentes. En otras palabras, cómo vivir juntos a pesar de pensar y ser diferentes sin que ello implique, para ninguna de las partes, convertirse en el enemigo o la imposibilidad de llevar una vida digna. Se trata de la pregunta propia de lo político y el interrogante fundamental de la justicia.
Este problema ha sido abordado por diferentes autores, escritores desde múltiples perspectivas; no obstante, la mayoría de ellos coincide en que la justicia y la vida buena solo son posibles a través de un enfoque dual en el que se desarrolle un compromiso, por un lado, de parte de las instituciones respecto de las reglas con que funcionan y el tipo de prácticas que generan y, por otro lado, de los agentes respecto del modo en que actúan y deliberan. Es respecto de este último punto, aunque no de forma aislada del primero, que el concepto de phronesis (busqueda) en Aristóteles y su correlato en el sujeto que se compromete con ella, el phronimos (busqueda), se vuelve fundamental para comprender qué es y cómo aspirar a una buena vida que además, dé cuenta de las demandas de justicia propias de las comunidades políticas contemporáneas. Para un caso particular de los psicólogos, esta pregunta transforma en una serie de interrogantes como: ¿cuáles son los deberes que ha de cumplir y los derechos que poseen tanto él como sus usuarios?, ¿qué significa ser prudente en el ámbito del ejercicio psicológico o cómo lidiar con las diferentes visiones sobre la vida buena desde la profesión?
El justo medio
Buscando un concepto que ha venido transformándose desde la antigüedad a la luz de las apropiaciones de distintos autores. Sin embargo, es en la reflexión moral adelantada por Aristóteles, en particular en su conocida Ética a Nicómaco (editorial Alianza), donde se cristalizan diferentes preocupaciones y reflexiones que son las que quisiéramos traer a colación por su relevancia para los retos contemporáneos propios de las diferentes profesiones. Para el filósofo no existen recetas que nos puedan decir cómo vivir bien y alcanzar la felicidad, no hay modo de determinar de antemano lo que hay que hacer en cada caso para tomar las mejores decisiones, no es posible que un método lo garantice. Lo que no significa, sin embargo, que no se puedan dar importantes indicaciones. Para Aristóteles la vida buena, la justicia y la felicidad están ligadas al hecho de que vivamos como personas virtuosas; lo que no significa actuar de un modo particular que se pueda sintetizar en máximas de vida sino saber hallar, en cada circunstancia, lo que constituye el justo medio de las cosas a partir de la consideración crítica de las circunstancias, los medios y los fines (Ética a Nicomaco editorial Alianza, libro I - II). Hablamos, entonces, de una capacidad reflexiva y deliberativa para poder distinguir entre lo bueno y lo malo y actuar, en cada caso, en conformidad con una justa consideración.
Aristóteles, en consonancia con esa sabiduría popular que afirma que todo en exceso es malo, señala que las cosas y los hombres se malogran por exceso y por defecto y que, en ese sentido, es necesario evaluar cada circunstancia de forma particular para tomar la correcta decisión. Sin embargo, hay cosas que no admiten un justo medio (Ética a Nicomaco editorial Alianza, libro VI); tal es el caso, por ejemplo, del robo, el daño al prójimo o el asesinato que, para Aristóteles, por principio están mal. Se puede decir que todas aquellas cosas que generan sufrimiento, que niegan el reconocimiento, o bien que no son ejercicios de cuidado sino de dominación, no admiten un punto intermedio, sino que, por principio, deben ser rechazadas tanto en nuestra vida primada, como en nuestro ejercicio ciudadano, así como en la práctica de nuestras profesiones.
Congruencia y deliberación
Se trata de aquella práctica que los latinos tradujeron como prudencia y que para Aristóteles es el corazón de la vida virtuosa. La prudencia nos señala que no es posible hacer lo mismo en todos los casos y que, incluso en casos similares, siempre existirán variables que nos harán reconsiderar nuestras decisiones. Por ello, a lo que apunta esta virtud que afecta a las otras (valentía, generosidad, modestia, etc.), es al desarrollo de un ejercicio de ponderación en la búsqueda del justo medio. Pero no es posible hacer lo correcto simplemente realizando un ejercicio de prudencia, pues ésta debe estar enfocada hacia la rectitud, es decir, apuntar a otros valores que son su real marco de juego. La prudencia solo tiene sentido mientras no sea tan solo una virtud intelectual, sino también una virtud moral que ayude a perseguir la realización de ciertos ideales normativos que permitan el desarrollo de una vida buena en todas sus dimensiones.
Para los psicólogos (Berrío, & Rubiano, Bogota) esto es un deber, no solo por el desarrollo de altos estándares profesionales sino, ante todo, porque la psicología es una disciplina con alto impacto social.
Es importante señalar que no se nace prudente, pero tampoco que la imprudencia es algo natural. Las virtudes son susceptibles de aprenderse y de ejercitarse, así mismo de perderse; es más, solo se puede decir que se las posee como consecuencia de un hábito. La prudencia es un ejercicio que debe realizarse todos los días y para el cual es necesario comprender que no hay prácticas con valor absoluto: la clave de la prudencia está en la continua evaluación de las situaciones y los discursos, en la previsión de las consecuencias, y en la búsqueda de los mejores métodos y medios para la consecución de fines particulares que, en cada caso, son el cuidado y el reconocimiento de nosotros mismos y del otro.
La prudencia consiste en evaluar la mejor manera de adecuar principios a circunstancias, estando en conformidad con los ideales normativos de las acciones. Para quien toma la decisión se trata, a su vez, de la conciencia sobre la falibilidad: ser prudente tiene que ver con tener presente la posibilidad del error, para imponernos la sana costumbre de juzgar con cierta dosis de duda, que no es la de la ignorancia, sino la de la conciencia sobre los propios límites.
Hacer lo correcto
La prudencia es una virtud que nos ayuda a discernir más allá de las pasiones, pero, sin olvidar que los sentimientos morales también juegan un rol protagónico en la acción ética; en esa medida, constituye un freno a los impulsos nocivos y un empoderamiento de la razón que es consiente, adicionalmente, de la necesidad de desarrollar sentimientos morales adecuados para la persecución del bien y la justicia, así como del rechazo al mal y las prácticas que generan sufrimiento.
En tanto que hábito, se ve favorecida por la madurez, la experiencia, la posibilidad de adaptación, la disciplina, la discreción, la conciencia de que lo correcto es cuestión de matices y la capacidad para la evaluación y construcción de argumentos.
En ultima perspectiva el carácter moral de las personas, y dicta que adquirimos la virtud a través de la práctica. Al practicar la honestidad, valentía, justicia, generosidad, etc., las personas desarrollan un carácter moral y honorable. Según Aristóteles, al desarrollar ciertos hábitos virtuosos, las personas podrán tomar decisiones correctas cuando enfrenten retos éticos.
Para ilustrar la diferencia entre tres filosofías claves de la moralidad, me guie en una pequeña investigacion de los estudiosos de la ética Mark White y Robert Arp y señalan la película The Dark Knight en que Batman tiene la oportunidad de matar al Guasón. Algunas personas del utilitarismo, comentan White y Arp, estarían de acuerdo con la decisión de matar al Guasón, al quitar su vida, Batman podría salvar a muchas personas.
Las otras personas de la deontología, por otra parte, estarían opuestos a la idea de matarlo simplemente porque estaría “mal”. Pero los propositos de la ética de la virtud “recalcarían el carácter moral de la persona que mataría al Guasón. Será que Batman quiere ser la clase de persona que toma la vida de sus enemigos?” No, y de hecho, no lo hace.
Entonces, la ética de la virtud nos ayuda a entender lo que significa ser un ser humano virtuoso hoy en dia. También nos da una guía de vida sin darnos reglas específicas para resolver los retos éticos que vivimos dÍa a dÍa.
Bibliografía
Aristóteles (2011). Ética a Nicómaco. Madrid: Alianza editorial. Libros: I, II, VI
Sandel, Michael (2015). ¿Qué se merece cada cual? Aristóteles en Justicia. Barcelona: Debate
Berrío, G. & Rubiano, C. (2017). Responsabilidad, deliberación, prudencia. Consideraciones para el ejercicio de la psicología. Bogota
Arp y White (2008) Batman y su filosofia: El caballero oscuro del alma (Should Batman kill the joker? Boston.com consulta 2011
Contacta al autor: fabrizio.quezada1977@gmail.com
1 Comment
Hola Fabrizio muy buen ensayo gracias por hacerme pensar en la virtud contemporánea.
Me gustaría preguntar porqué pones la palabra ‘búsqueda’ después de los términos ‘phronesis’ y ‘phronimos’. Creo que los términos significan ‘prudencia’ y ‘persona prudente’ respectivamente. Igual me encantaría saber si estoy en un malentendido, gracias.
En la sección ‘El justo medio’ dices que para el filósofo no existen máximas por las cuales pueda decidir su curso de acción en cada caso partícular: ” no hay modo de determinar de antemano lo que hay que hacer en cada caso para tomar las mejores decisiones”, pero esto me parece negligente hacia visiones Kantianas, utilitaristas, la teoría Triple de Parfit, etc. Estoy de acuerdo con que dichas máximas casi siempre dejan espacios vacíos, situaciones que no pueden responder ética o racionalmente, pero el hecho de decir que no existen me pareció ligeramente errado.
Los comentarios sobre la virtud y su relevancia ética me parecieron super acertados e interesantes. Particularmente el concepto de cuidado y respeto, son términos que no había ligado anteriormente a mi lectura de Aristóteles y que me parecen bastante acertados y funcionales para entenderlo.
Me has inspirado a escribir algo respecto a la virtud y te agradezco mucho por el trabajo intelectual.