¿Del amor fati al conformismo?
Jhoandry Suárez ∙ 9 min de lectura
En este ensayo argumentaré por qué el estoicismo no es una filosofía viable hoy en día debido a que propone una postura determinista frente a los acontecimientos de la vida, al asegurar que el futuro de todo hombre ya está prefijado y por lo tanto para ser feliz debe acogerse a ese destino sin oponerse, aunque le esperase un porvenir lleno de pena, sufrimiento, enfermedad o dolor, lo cual a mi juicio levanta varios cuestionamientos que más adelante detallaré.
Aunque se trata de una corriente filosófica de la Grecia antigua, ha trascendido a través del tiempo y en la última década ha ganado interés principalmente por los jóvenes, poniéndose de “moda” hablar de estoicismo (Muro 2022); además, el planteamiento del amor al Destino es fundacional para el amor fati descrito por Nietzsche en varias de sus obras.
En la primera parte de este ensayo reconstruiré los argumentos de dos grandes figuras del estoicismo como fueron Epicteto y Marco Aurelio a favor de que el hombre debe aceptar su naturaleza y el Destino, incluso llegan al punto de proponer que se elimine el deseo propio; en la segunda parte explicaré de dónde procede esta idea con base en las nociones éticas y metafísicas de los estoicos, muy ligadas a la creencia de una Providencia o un cosmos ordenador del Todo; mientras que en la tercera parte presentaré dos contrargumentos para cuestionar el planteamiento estoico, primordialmente porque omite el papel de la voluntad humana y además porque fomenta un conformismo en las personas y las sociedades para que acepten sus condiciones, no obstante, para cada contrargumento indicaré dos debilidades. Por último, cerraré con una conclusión que englobe la idea principal de este ensayo.
Lo que tiene que ser, será
Antes de profundizar en la filosofía estoica resulta primordial explicar que fue una corriente de pensamiento fundada en el año 300 a.C., durante un periodo de decadencia de Grecia, por Zenón de Citio y su nombre se relaciona con el pórtico del Ágora de Atenas (stoa poikilê) donde se reunía la primera generación de los filósofos de la escuela (Durand 2023). Dos de sus más grandes representantes son Epicteto y el emperador romano Marco Aurelio quienes dejaron varias obras que han sobrevivido al paso del tiempo, “Un manual de vida” y “Las meditaciones”.
Ambos coincidían en una visión determinista del hombre en la que todo le estaba escrito desde antes de su nacimiento y por lo tanto debía amar su Destino porque era un designio procedente de una Providencia que había ordenado la Naturaleza en función de cada una de sus partes, por lo que cada cosa que le acontecía a alguien era precisamente lo correcto, y esto no significaba que fuese bueno o malo, para los estoicos esas distinciones eran “indiferentes” porque las desgracias de la vida, los infortunios, o los golpes de suerte carecían de valor (Durand 2023).
Para Epicteto, por ejemplo, esta idea se sustenta en el hecho de que los hombres no deberían preocuparse, angustiarse o frustrarse por lo que les ocurrirá ya que eso está prestablecido, por lo tanto, en lugar de impedirlo, deben adaptarse a las reglas del juego y vivir cercanos a su propia Naturaleza. Incluso, en su manual recomienda lo siguiente: “no te preocupes sino por ti mismo, esto es, quiere solo que suceda lo que suceda y que venza sólo el vencedor” (Epicteto 2016, 29).
Marco Aurelio también defiende tal idea en su Meditaciones cuando dice, “conviene amar lo que te acontece por dos razones: Una, porque para ti se hizo, y a ti se te asignó y, en cierto modo, a ti estaba vinculado desde arriba” (Marco Aurelio 1977, 101), y “lo que sucede a cada uno le ha sido, en cierto modo, asignado como correspondiente a su destino. Así también nosotros decimos que lo que nos acontece nos conviene” (Marco Aurelio 1977, 100), es decir, no solo se trata de aceptar, sino de amar eso que nos ocurre, ya sea que se trate de un futuro de enfermedades sin importar una visita al médico.
Para los dos filósofos constituye la Naturaleza misma, no el hombre, la que dicta los deseos e inclinaciones que están en poder de cada quien, de allí que Marco Aurelio hable de restringir los deseos propios o apagarlos, pero Epicteto proponga algo más radical, la total abstención de desear porque se puede desear algo equivocado, algo en contra de la Naturaleza, ya que al desear se piensa que eso que se desea es bueno y puede generar una resistencia a lo que nos acontece (Kamtekar 2001).
Epicteto escribe,
“En cuanto a los deseos, suprímelos enteramente, por el momento. Pues si tú deseas alguna cosa que no está en nuestro poder, necesariamente, estarás fracasado; y, en cuanto a las cosas que están en nuestro poder, no estás en estado aún de saber cuál es la que deseas” (Epicteto 2016, 9).
El argumento estoico se puede resumir de la siguiente forma:
1) Todo hombre tiene un destino.
2) Los deseos propios van en contra del Destino.
C: El hombre debe aceptar su destino y renunciar a sus deseos para ser feliz.
Este postulado estoico ha resultado tan relevante que incluso fue tomado por el filósofo alemán Friedrich Nietzsche cuando planteó el término “amor fati” (amor al destino) y lo describió como “el no-querer que nada sea distinto ni en el pasado ni en el futuro ni por toda la eternidad. No solo soportar lo necesario, y aún menos disimularlo ―todo idealismo es mentira frente a lo necesario― sino amarlo” (Nietzsche 2005, 61).
Una brújula para alcanzar la eudamonia
Cabe preguntarse, ¿de dónde nace el interés de los estoicos para soportar y amar el Destino? Ellos, al igual que los epicúreos, después de la muerte de Aristóteles intentan trazar un camino hacia su eudamonía, es decir, a aquel estado de felicidad y plenitud alcanzado a través de la virtud, la razón y el desarrollo de las más elevadas capacidades. Es por ello que el estoicismo expone que la virtud solo se puede conseguir si se vive de acuerdo con el orden natural del kosmos.
Esta corriente filosófica entrelaza su visión metafísica, la de un plan divino sobre nosotros, con su ética, que está representada en las acciones para vivir de acuerdo con ese plan, en el desprecio de los deseos que nos pueden alejar de nuestra Naturaleza y en el discernimiento de las cosas que están bajo nuestro control.
Incluso, Marco Aurelio defiende que todos los seres humanos vinieron al mundo para el bien de quienes les rodean porque donde quiera que uno esté “debe vivir como un ciudadano de una ciudad cósmica” (Marco Aurelio 1977, 183). por lo que todos tenemos que contribuir con el bien de los demás como si fuésemos ciudadanos de una Cosmópolis.
Contrargumentos
(I) El libre albedrío contra la voluntad divina
Una crítica que levanto contra la idea estoica sobre el Destino es que resulta esencialmente determinista, plantea que todos los fenómenos y acontecimientos están unidos y subordinados a condiciones prestablecidas sin importar los actos del ser humano, por lo tanto, no existe cabida para la voluntad humana ni para el libre albedrío.
Esto supone un problema para la libertad humana ya que la restringe y considera que esta solo debe ir en función de cumplir un plan cósmico, cuando en la realidad el hombre requiere poder decidir de forma libre sobre los aspectos que son fundamentales para él, como la familia, el amor, el trabajo, y de esa manera desarrollarse, ya que entender que en la vida solo tiene un camino único, constituido incluso antes del nacimiento, le da una visión estrecha sobre el futuro al que puede aspirar y borra las posibilidades de elegir algo mejor.
También se debe considerar que es precisamente en las decisiones donde el hombre expresa su voluntad, ideas, aspiraciones y deseos, si todo esto queda relegado desde la visión estoica, cómo puede un sujeto realmente estar presente en el mundo si simplemente se debe ceñir a los acontecimientos que le suceden, como subirse a cada ola que le llega sin hacer nada para bajarse de ella o cambiar su rumbo, es decir, un hombre que prefiere anularse y relegar a otra entidad su futuro.
Sin embargo, este contrargumento presenta dos debilidades importantes, la primera es si el hombre de verdad puede decidir por sí mismo o son causas internas (procesos biológicos, químicos, cerebrales) y/o externas (la sociedad, la familia, instituciones) las que deciden por él, y de las cuales no se puede librar.
La otra debilidad es que la expresión de una voluntad está sujeta al entorno político, es decir, el simple hecho de querer decidir no es garantía de que se pueda ya que, por ejemplo, no es lo mismo tomar decisiones en países democráticos, con mayores alternativas y respeto de los derechos humanos, a verse coaccionado en sistemas antidemocráticos o sin estado de derecho en los que ciertas decisiones pueden acarrear hasta la muerte.
(II) Conformismo y desesperanza
Otro contrargumento es que el estoicismo promueve la resignación y el conformismo porque no ofrece alternativas frente a situaciones dolorosas o desafortunadas como la enfermedad, la pena, el sufrimiento, la muerte, etc., y pretende que simplemente se adopte una postura de templanza y resistencia, aunque, ¿cuántas veces en medio de un episodio adverso muchas personas han buscado un cambio y han evolucionado en sus vidas? ¿Qué habría pasado si ellas no se hubiesen rehusado a salir de esa situación?
Están los casos de millones de migrantes y refugiados en el mundo que huyen de lugares marcados por un conflicto bélico o de desastres naturales, si se analiza desde una perspectiva estoica se supone que esas personas tenían que haber soportado sus circunstancias porque así estaba preestablecido: nacieron en esos sitios por algo y debían amar sus condiciones desde la virtud.
Sin embargo, como se podrá notar, esta idea estoica permite perpetuar el stuto quo de las cosas, la desesperanza, que las personas no crean que pueden tener un mejor destino, sino que se convenzan de que nada de lo que hagan puede cambiar su futuro o que están destinadas a siempre vivir de determinada forma; algo inconcebible en un siglo en el que se promueven cambios sociales, económicos y estructurales.
Por ejemplo, vemos las luchas de las mujeres por construir espacios donde tengan mayor participación. Si ellas hubiesen seguido aceptando el puesto inferior que históricamente les habían dado los hombres, un hecho reforzado por el cristianismo y su visión de que ese era el plan divino, jamás habrían conseguido los derechos y reconocimientos que han alcanzado hasta ahora.
Una debilidad de este contrargumento, no obstante, es que puede generar una sensación de insatisfacción incluso cuando la persona consigue lo que buscaba y exacerba el pensamiento del constante cambio, lo cual se vuelve peligroso en un contexto de consumismo que precisamente promueve la permanente renovación de forma acelerada, ya sea de empleo, de artículos, de ropa, etc., y con el tiempo puede desencadenar un estado de displacer y malestar apoyado en la idea de que “nunca se logra nada”.
Conformarse, por otra parte, tampoco se podría condenar de forma absoluta ya que muchas veces cuando se aceptan las condiciones de nuestra vida, los sucesos que van acaeciendo en ella, sin reprocharse ni lamentarse, se puede dar paso a reconocer lo que está bajo nuestro control y no intentar desgastarnos en aquello que no depende de nosotros.
Un debate sin el cascabel
Es debatible la idea estoica de Epicteto y Marco Aurelio fundamentada en un amor al destino sin oponer resistencia ya que, a la luz de los contrargumentos presentados, esta visión filosófica no resultaría viable hoy en día por no contemplar la voluntad humana y promover un statu quo y un espíritu de conformismo en las sociedades, precisamente en una época marcada por cambios sociales.
La discusión de este tema en el fondo esconde un debate milenario sobre si nuestro futuro está determinado por un Dios o el cosmos, o si somos nosotros mismos quienes marcamos el rumbo de nuestro porvenir; un asunto que sin duda alguna no se agota en este ensayo y seguirá siendo motivo de debate para los siguientes años.
Bibliografía
Durand, Marion, Simon Shogry, and Dirk Baltzly. Estoicimo. 20 de enero de 2023.(último acceso: mayo de 2023).
Epicteto. Un manual de vida. Palma de Mallorca: José J. de Olañeta, Editor, 2016.
Kamtekar, R. Marco Aurelio. 29 de noviembre de 2010. (último acceso: mayo de 2023).
Marco Aurelio. Las Meditaciones. Editorial Gredos, 1977.
Muro, Fabián. ¿Por qué se puso de moda la filosofía estoica? 8 de Abril de 2022. (último acceso: junio de 2023).
Nietzsche, Friedrich. Ecce Homo. Traducido por Andrés Sanchez Pascual. Madrid: Alianza Editorial, 2005.
Contacta al autor: jhoandry92@gmail.com
2 Comments
Excelente artículo aclarador
Pero hay que tener en cuenta que Marco Aurelio escribió sus meditaciones al final de su vida y creo que estando yo más cerca del final de la mía, sus afirmaciones, principalmente y en otras palabras, el hecho de que hay que aceptar lo que no se puedo o se puede cambiar, es consuelo para retirarse de la vida, en paz.
Considero que no es una filosofía de vida para ser aplicada por los jóvenes .
Saludos
Vivi
Acepta lo que puedes controlar y deja ir lo que no puedes controlar 🙂 . La sabiduria para distinguir ambas es lo que deberiamos entrenar